La basura convertida en música
El mundo les envió basura y ellos comenzaron a hacer música hace nueve años. Esta es la historia del grupo de niños y jóvenes que viven en torno al vertedero de Cateura, en Asunción (Paraguay) y que hoy harán que de bidones de gasolina o latas de comida salgan canciones como "Mi gran noche" de Raphael.
Y así será porque precisamente el cantante de Linares será quien, junto a la directora de orquesta Inma Shara, haga que esta noche en el Auditorio Nacional de Madrid la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura haga brillar con acento español el sonido de estos instrumentos nacidos en un basurero pero con el futuro de un Stradivarius.
Cuando hace nueve años el músico paraguayo Favio Chávez decidió montar esta orquesta, la comunidad del Bañado Sur, ubicada alrededor del vertedero de Cateura era, como ha descrito a Efe, una zona “solamente conocida” por la basura que llegaba ahí, “por el mal olor” y por “las enfermedades que ocasionaba la insalubridad”.
Así que, con la música como mejor aliado, comenzaron a trabajar y con la basura que la gente tiraba “comenzó a surgir música”, como explica Chávez. De esta vivencia viene la frase que resume el espíritu de esta orquesta: “El mundo nos envía basura y nosotros le devolvemos música”.
Pero el objetivo de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, que contará esta noche con la Reina Sofía como espectadora, hace que los instrumentos no sólo sean bellos objetos que demuestran la capacidad del hombre para transformar lo feo en belleza, (en su elaboración han contado con lutiers y músicos profesionales), sino también herramientas para hacer que se cumplan “anhelos y deseos”.
“Partimos de la realidad de estos chicos, que son los residuos -añade el director- y no queremos imponer elementos nuevos. Quizá hubiera sido fácil traer instrumentos formales de fuera, pero hemos entendido que había que partir de su realidad, de una realidad en la que una casa vale mucho menos que un violín”.
Con los pies en la tierra, aunque con la cabeza llena de sueños, 22 niños paraguayos finalizan hoy en Madrid una gira impulsada por Ecoembes que les ha llevado también a Bilbao, Barcelona y Valencia.
Ciudades donde la pequeña Evelyn, quien con su 12 años es la componente más joven de la orquesta, ha mostrado su saxofón hecho de tuberías de agua, monedas, latas de maíz y el mango de una cuchara, entre otros objetos. Aunque, eso sí, para ella no sólo es un violín, sino que también es “una obra de arte” que la acompaña desde hace un año.
Dos años más que Evelyn lleva Ana, de 18 años, girando por el mundo con su particular violín, que tiene como única diferencia con uno “formal”, así lo ha comprobado ella, que suena “un poquito más despacio”.
“Mi violín -describe- está hecho de una lata de pintura en el frente y la parte de atrás está hecha con una ‘asadera’, que en Paraguay la usamos para hacer la sopa paraguaya, una sopa sólida parecida a la de maíz. Las cuerdas van insertadas en un tenedor”.
En ambos casos, tanto violín como saxofón, no han implicado ningún problema a sus propietarios para viajar, sobre todo cuando se trata de traslados en avión. Pero no es así cuando de lo que se habla es de los contrabajos o violoncelos, que han sido construidos a partir de bidones de carburantes.
Como cuenta Chávez, viajar con ellos les ha hecho acumular una serie de “anécdotas simpáticas”: “El contrabajo es un bidón de carburos y tiene una inscripción que pone inflamable. Más de una vez hemos tenido que armar el instrumento, tocarlo, para demostrar que era un instrumento musical”.
Y tanto que son instrumentos, tanto es así que de ellos salen composiciones como la Quinta Sinfonía de Beethoven, o villancicos como “El tamborilero”, canción que interpretará esta noche Raphael y que precederá a la sempiterna “Mi gran noche”, que será la encargada de cerrar el concierto con el que se despiden de España.