La basura electrónica se expande sin control (y la culpa es nuestra)
La basura electrónica es el móvil que ya desechamos, la computadora obsoleta, la tableta que no se logró actualizar, la consola de vídeojuegos que fue desplazada por una nueva versión más divertida “que no tiene límites” o el televisor con una pantalla menos nítida que la que acaba de salir al mercado. Se trata de un desperdicio que crece a un ritmo cada vez más acelerado pues se multiplica en la medida en la que aparecen nuevas tecnologías que se venden como objetos indispensables para poder sobrevivir en el mundo actual.
El problema es que esa computadora que ya no se pudo actualizar o ese teléfono que dejó de ser inteligente al lado de su nueva versión, pasan a convertirse en basura super contaminante, pese a que casi todos sus componentes son reciclables y valiosos. Solo en 2020 el Global E-Waste Monitor notificó haber contabilizado 53.6 millones de toneladas métricas de basura electrónica en el mundo. El Observatorio Mundial de los Residuos Electrónicos 2020 informó que los desperdicios electrónicos consumidos a escala mundial aumentan 2,5 millones de toneladas métricas (Mt) al año. “En 2019, el mundo generó la sorprendente cantidad de 53,6 Mt de residuos-e, esto es una media de 7,3 kg per cápita. El volumen de residuos-e generados a nivel mundial ha sumado 9,2 Mt desde 2014 y, según las previsiones, alcanzará los 74,7 Mt de aquí 2030, casi el doble en tan solo 16 años”, señaló el Observatorio.
A principios de este año, la ONU dio a conocer los terribles resultados de un estudio sobre la cantidad de basura electrónica que generó América Latina en 2019 tras analizar la gestión de estos desechos por parte de Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela. La investigación, que fue desarrollada por el programa Sustainable Cycles (SCYCLE) de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional y la Investigación (UNITAR), señala que en 2019 se produjeron 1.3 megatoneladas de basura electrónica de las cuales solo 3% fue gestionada de forma adecuada.
Uno de los autores del estudio, Kees Baldé, explicó a EFE que la basura electrónica de los países analizados tiene un valor estimado de 1.700 millones de dólares pues contiene 7.000 kilogramos de oro, 310 kilos de metales de tierras raras, 519 millones de kilogramos de hierro, 54 millones de kilos de cobre y 91 millones de kilogramos de aluminio. Además, este desperdicio contenía 380.000 toneladas de plástico y allí también contenidos 31.000 toneladas de productos ignífugos de bromo (BRF) altamente tóxicos.
En la actualidad, vivir bien se traduce en el aumento progresivo del consumo de artículos eléctricos y electrónicos que tienen cortos ciclos de vida y las escasas opciones para ser reparados. La consecuencia es la basura tecnológica que se acumula sin parar. El continente que más basura electrónica generó en 2019 fue Asia, con 24,9 Mt, le siguió América con 13,1 Mt, Europa con 12 Mt, África 2,9 y Oceanía 0,7. Los trabajos de recogida y reciclaje de estos desechos están liderados por Europa con 42%, Asia con 11,7%, América 9,4%, Oceanía 8,8% y África 0,9%.
La media mundial de reciclaje es de 17,4% y el restante 82,6% de los residuos electrónicos tiene un destino desconocido que generalmente termina causando destrozos ambientales y en algunos casos, un porcentaje no determinado, se convierte en productos de segunda mano que es enviado a países pobres que también son receptores de chatarra electrónica en transacciones ilegales. De acuerdo con la organización Proyecto de Residuos Electrónicos América Latina de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) existen al menos 78 países en todo el planeta que han adoptado normas para el tratamiento adecuado de este tipo de basura conocida como e-waste. Sin embargo, según la misma organización, la aplicación de estas normas es lenta o ineficiente y en muchos países faltan incentivos políticos y económicos para que se cumplan.
Por fortuna, la Unión Europea (UE) aprobó hace unas semanas una ley que intenta regular los desperdicios electrónicos y algunos legisladores de Estados Unidos quieren seguir sus pasos, abriendo así las puertas para que en el mundo entero cobre importancia la necesidad de reducir esta montaña de basura de más de 50 millones de toneladas métricas. La clave de esta nueva ley de la UE, que parece simple pero hace mucho, consiste en exigir a las empresas que fabrican los productos electrónicos usar un cargador estándar que se ajuste a todos los equipos celulares o computadores.
Los senadores Ed Markey, Elizabeth Warren y Bernie Sanders dirigieron una carta a la Secretaría de Comercio de Estados Unidos en la que resaltaron las bondades de la medida europea y su “potencial para reducir significativamente la basura tecnológica” y al mismo tiempo ayudar al consumidor que siempre está en la búsqueda de nuevos cargadores para cualquiera de sus dispositivos electrónicos.
La medida, aunque es un avance, sigue siendo tibia para la cantidad de basura electrónica que crece exponencialmente con los años pues, a medida que pasa el tiempo, el ser humano se hace más dependiente de la tecnología de última generación. De ahí que los ambientalistas y todos los activistas que luchan contra el cambio climático y por el medio ambiente, pidan a los fabricantes de productos electrónicos y a los mismos consumidores, que fabriquen y consuman con conciencia y que piensen en la vida útil del equipo que están comprando y en el destino que tendrán cuando sean reemplazados.
El director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Sustainable Electronics Recycling International (SERI), Corey Dehmey, ha creado una certificación para el reciclaje de basura electrónica que supervisa y garantiza que determinada compañía o institución ha eliminando estos desechos de forma adecuada. Además, esta organización hace un trabajo de promoción para presionar a las empresas y los gobiernos a adoptar enfoques más sostenibles para desarrollar la electrónica. “Tenemos que descubrir nuevas formas de usar por más tiempo, reparar y reusar los equipos electrónicos", dijo Dehmey, citado por CNN.
La necesidad de parar la dinámica acelerada de compra y desecho de equipos electrónicos ha creado también una que muchos presionen a fabricantes, a gobiernos y a legisladores para hacer valer el “derecho a reparar” estos productos tecnológicos en vez de simplemente tirarlos a la basura. Hace poco más de un año, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó a la Comisión Federal de Comercio emitir reglas que exijan que las compañías fabricantes de equipos electrónicos que se permitan reparaciones de bricolaje. Gracias a ello, un grupo de empresas de tecnología ha lanzado iniciativas para ayudar con la reparación de equipos electrónicos antiguos. Este año, Apple y Samsung lanzaron sus tiendas de reparación “self-service” en las que se ofrecen piezas que los usuarios buscan para reparar sus aparatos ellos mismos. Google también prometió que las piezas para reparar los teléfonos Pixel que estarán disponibles al público a fines de este año.
Asimismo, minoristas estadounidenses, entre los que se incluyen Staples y Best Buy han creado programas para que los consumidores lleven residuos electrónicos para su reciclaje. Otro esfuerzo es el que hace el Instituto Jane Goodall España que lanzó una iniciativa llamada “Movilízate por la selva”, una campaña de reciclaje de celulares en desuso que tiene como objetivo sensibilizar a los consumidores de artículos electrónicos sobre las consecuencias ambientales y sociales de esta explotación de minerales en la República Democrática del Congo.
Esta institución informa que “la guerra por el control de las minas” en este país africano “ha producido ya unos 6 millones de muertos y casi 3 millones de refugiados”, además de deforestación, matanzas de animales en peligro de extinción como gorilas y chimpancés, contaminación, esclavitud moderna y desplazamientos forzados. “Si se reciclan estos celulares en desuso disminuye la demanda de coltán en el Congo”, dice Jane Goodall en un breve vídeo en el que invita a unirse a la campaña.
Entre esos desechos electrónicos hay componentes que se pueden aprovechar para fabricar nuevos productos, así como otros elementos altamente contaminantes que deben ser conducidos a áreas especializadas en manejo de tóxicos porque pueden causar daños al medio ambiente y a la salud de animales y humanos. Además, los expertos en manejo de basura electrónica calculan que estos desperdicios pueden sustraerse hasta 55.000 millones de euros al año en materiales, de ahí la importancia de que sean habilitados buenos y suficientes puntos de recogida de e-waste.
[Esta noticia fue publicada originalmente en Yahoo Finanzas. Lee el original aquí]