La otra cara de los biocombustibles
Fueron presentados hace algunos años como la panacea universal para generar energía “limpia”, hoy se sabe que ambientalmente son mucho más caros que los derivados del petróleo.
Entre las grandes promesas que hicieron los promotores de la agricultura industrial que hoy ha tomado control de suelos, acuíferos, naturaleza y vida en general, para destruirlos estaba la de los “biocombustibles”. Para mover los vehículos con derivados de cereales que al sembrarse año tras año garantizaban un futuro inagotable de combustibles que ahora serían “renovables”.
Desde el inicio, algunos esclarecidos se preguntaban como era eso de “renovables” si para producir el maíz o lo que fuere con que se obtenían los “biocombustibles” paradójicamente había que usar grandes volúmenes de derivados del petróleo, que era lo que supuestamente se quería reemplazar, para mover la maquinaria implicada en el proceso productivo y también los fertilizantes empleados.
Hoy se sabe la verdad: el etanol como reemplazo del petróleo es una gran mentira y su producción lleva a un gran desastre ecológico.
En estos días la agencia de noticias Associated Press ha anunciado que la ‘era del etanol’ impulsada por EEUU ha resultado ser un “desastre ecológico”, mucho más perjudicial para el medio ambiente que el uso de combustibles fósiles.
Barack Obama en su momento presentó el etanol (un alcohol fermentado y destilado derivado del maíz) como “el combustible alternativo más exitoso que hemos producido”, anunciándolo como “una alternativa verde” a miles de millones de litros de gasolina.
De acuerdo con el informe de AAPP, desde el 2007, cuando el Congreso de EE.UU. exigió a las compañías petroleras que incorporasen etanol a su gasolina, este fluido ha pasado a ser el combustible renovable más importante del país.
Cuando es quemado, el etanol emite menos dióxido de carbono que la gasolina pero su consumo, además de aumentar el de derivados de petróleo para producirlo y encarecer los alimentos básicos esenciales para muchos pueblos, ha alentado a los agricultores a buscar nuevos lugares y cultivar millones de hectáreas con maíz, invadiendo zonas de suelos protegidos, acabando con 5 millones de hectáreas reservadas para la conservación, sólo en EEUU.
El boom del maíz ha aumentado significativamente el uso de fertilizantes derivados del petróleo, contaminando millones de hectáreas de suelos y acuíferos superficiales y subterráneos.
“Esto es un desastre ecológico”, dijo Craig Cox, del Grupo de Trabajo Ambiental de la agencia AAPP.
Según ambientalistas y científicos, tras analizar todos los factores, el etanol derivado del maíz no es una estrategia viable para combatir el calentamiento global, sino todo lo contrario, lo agrava, además de provocar otros flagelos ambientales.
Mike Oreskes, vicepresidente de la agencia de noticias AAPP ha dicho que “los reportes sobre este importante tema son resultado de meses de trabajo y revisión de documentos, así como entrevistas con expertos y gente de todo el espectro del debate de políticas públicas en torno a este recurso energético”. “Respaldamos nuestros reportes y aceptamos con gusto la discusión y nuevas aportaciones al tema”, añade.