La parábola del buen compost
Cuando se trata de planificar el futuro, lo primero que es imprescindible es hacer un diagnóstico correcto del presente. Un error en el diagnóstico concluirá, inevitablemente, con un fiasco en la prospectiva. Hasta ahora los estudios más audaces establecían que los biorresiduos provenientes de grandes generadores suponían el 25% del total de los biorresiduos de origen municipal. Digo los más audaces porque realmente hay muy pocos estudios con peso específico suficiente para poder comparar. Sin embargo, el último estudio serio y solvente que nos llega desde Cataluña y, en concreto, de la Agencia de Residuos de Cataluña cifra aquél porcentaje en casi un 45%. Otro 5% serían biorresiduos procedentes de las podas y jardines y el 50% restante de los domicilios. Este dato es crucial porque tiene necesariamente que ser la piedra angular de cualquier estrategia y no coincide con los postulados actuales. Dicha estrategia necesita de muchas condiciones de contorno que, si bien pudieran parecer de índole secundaria, se convierten en condiciones fundamentales para el éxito.
En primer lugar, si para conseguir los porcentajes de reciclado del 70% —previstos en el nuevo paquete de economía circular para el año 2030— parece ineludible implementar con carácter general la recogida separada de los biorresiduos, la gran duda existente es cómo se paga esta fiesta. Recientemente he asistido a las magníficas jornadas organizadas por ANEPMA, en Algeciras, con motivo de su asamblea general. Era un clamor la pregunta sobre cuánto iba a costar esta recogida separada y cómo se podría conseguir que los ciudadanos colaboraran. Aquí la respuesta es bien sencilla, o existe un tratamiento diferenciado para que los ciudadanos que separan bien sus residuos y generan poco paguen menos que aquellos otros que no separan y generan mucho, o cualquier discurso que se haga es chafalonía. Esto sólo puede conseguirse con una tasa de basura completa y transparente del tipo "paga por lo que tiras". Por suerte o por desgracia ir a remolque de los "primeros de la clase" entre los Estados de la Unión Europea en materia de reciclado y valorización tiene la ventaja de que "han inventado ellos". Y está absolutamente demostrado, más allá de cualquier duda razonable, que el único instrumento válido para profundizar en los resultados de prevención y reciclado es esta tasa del tipo "paga por lo que tiras". Pues si esto está claro, ¿por qué seguimos mareando la perdiz haciendo justamente lo contrario? Es absolutamente imposible dar pasos de gigante para llegar a esos objetivos del 2030 con una fiscalidad cuartelera como la que hay hoy en España en relación con los residuos.
Debo reconocer que me dejó absolutamente perplejo escuchar de boca de una cualificada representante del Ministerio que estaban esperando recibir un informe de la Comisión Europea para saber si lo que conviene a la recogida separada de biorresiduos es un quinto contenedor o el sistema húmedo - seco. Un mal día lo puede tener cualquiera, pero este discurso es letal. No se puede, por una parte, incitar a la recogida separa de biorresiduos para acto seguido plantear que no sabemos "si buscar chacha o ponernos a servir". Es muy triste que todavía nuestras autoridades necesiten que venga mamá Comisión a decirnos lo que hemos de hacer. Sabemos perfectamente qué es lo que hacen todos aquellos que lo hacen bien. Y no creo que este conocimiento pueda verse variado por algún modelo que venga de Bulgaria o Rumanía, con perdón. Si estamos pidiendo un esfuerzo a los diferentes municipios españoles hay que darlos certidumbre sobre lo que tienen que hacer y no llenarlos de dudas. Porque plantearse volver a un sistema húmedo – seco es totalmente preconciliar y ya conocemos todos los problemas que lleva consigo. Además, no parece razonable volver a poner en cuestión todos los sistemas que existen en España para poner en riesgo la recogida separada de los diferentes materiales, con un modelo que, además, es de dudosa legalidad en relación con la obligación de recoger por separado los diferentes materiales que fija la Directiva. En cualquier caso, si el Ministerio tiene esta duda debería resolverla antes de lanzar a las masas a gastar dinero en desarrollar un sistema que podría quedar obsoleto antes de nacer. Entiendo que esta ocurrencia es flor de un día pero si se mantiene tendríamos un grave problema entre las manos.
Otra duda clamorosa que se percibe allá por donde vas es qué hacemos con el bioestabilizado, que por obra y gracia de una definición autárquica de la ley española de residuos ha quedado fuera de los circuitos posibles de uso. Como para el gobierno español el bioestabilizado no es un compost, ni bueno ni malo, y no existe ninguna norma de uso del mismo, en pureza no se puede utilizar para nada y esto es un despropósito. En todo el ámbito de la Unión Europea lo producido en un proceso de compostaje a partir de basura mezclada se llama compost, menos en España. Eso no quiere decir que las normas de uso para el compost "pata negra" y el bioestabilizado no tengan diferencias. Pero estamos hartos de escuchar a los operadores que una buena parte del bioestabilizado producido en sus instalaciones cumple las normas y las características de un compost de clase 2. Yo siempre digo (y me gustaría que alguien me dijera que es una estupidez), que no entiendo que un país cuyo suelo está en buena parte erosionado o desertificado no tenga un plan que permita utilizar como enmienda orgánica este compost que, sin ser "pata negra", posee calidad suficiente para este uso.
En cualquier caso, también repito allá donde quieren oírme que el problema del compost en España es un problema de demanda y no de oferta. En efecto, todos los operadores saben hacer un compost de primerísima calidad, si lo que meten en el proceso es un biorresiduo recogido separadamente y sin impropios. El problema es vender un producto llamado compost a buen precio. Y este es el problema de la demanda. Pero la demanda no se genera por sí misma. Necesita de gestión. Necesita que alguien trabaje sobre ella. Se necesita hacer lo que han hecho aquellos que consiguen vender el compost en la Unión Europea. Lo primero es certificar su calidad y lo segundo darle una presentación que permita su venta a largas distancias, no sólo para usos agrícolas sino para usos de jardinería y similares, que son los de mayor valor añadido. Pero, insisto, hace falta gestión y si no se trabaja en esta línea nos comeremos el compost y no habremos hecho más que gastar dinero inútilmente. Nada de esto es nuevo pero pasan los años, pasan las décadas, y seguimos con la misma música.
Otra cuestión, muchas veces repetida y rara vez afrontada, es la recogida separada a los grandes generadores que, como hemos dicho, puede llegar a suponer el 45% del total de los biorresiduos municipales generados. Lo bueno de los grandes generadores es que con un poquito de gestión se sabe cuál es el orden de magnitud de lo que deben generar. No hay más que ir a por ellos. Y obtendremos unos biorresiduos recogidos separadamente en una gran cantidad y con una grandísima calidad. ¿Por qué no se hace? Porque falta gestión. Se puede establecer perfectamente una hoja de ruta para ir avanzando en esta línea de grandes generadores empezando por las ciudades más pobladas y ampliando en fases sucesivas su ámbito hasta la universalización del proceso. Pues si es tan sencillo y estamos todos de acuerdo, pues hágase.
Otra de las aristas de máxima importancia es la de los residuos alimentarios. En España existe incluso un plan nacional al respecto. Sin embargo, tampoco parece que se gestione esto debidamente. Estos residuos alimentarios tienen un potencial de generación entre 65 y 75 Kg por habitante y año. Si se redujeran a la mitad en el año 2025 este tipo de desperdicios, estaríamos evitando más de 30 kg/hab. año que supone aproximadamente el 7% de los residuos municipales generados. El propio plan indica líneas de acción en relación con consumidores, restaurantes, supermercados, etc. Muchos consumidores podrían reducir en gran medida estos residuos simplemente con hábitos inteligentes de consumo. ¿Por qué no se hace nada? Tal vez faltan ideas y falta gestión.
Todo esto es de sobra conocido. Llevamos años dándole vueltas al tema. Un estudio nuestro de inminente aparición cifra en menos del 30% el extra coste de la recogida de un quinto contenedor para biorresiduos de origen domiciliario en relación con un modelo clásico de recogida de la fracción resto, siempre en un modelo eficiente. Pero incluso este pequeño coste adicional quedaría reducido si, como decíamos al principio, se utilizasen otros instrumentos coadyuvantes imprescindibles como es el canon de vertido, el cual puede ayudar mediante la aplicación del Fondo asociado al mismo—, a paliar en parte los costes de la recogida separada de los biorresiduos. También ayudaría de manera muy importante que nuestros vertederos cobrasen por su uso un precio que incluyera todos los requerimientos de la Directiva, de modo que dejaran de suponer un dumping ambiental a cualquier forma de reciclado y valorización.
Pero todo esto es dar vueltas a la noria. La cuestión esencial es evitar de una vez y a plazo fijo el depósito en vertedero de materiales reciclables y valorizables, en general, y compostables, en particular. Hace 16 años ya sugerí al Ministerio que incorporase una hoja de ruta en el Decreto que transponía la Directiva de vertido prohibiendo el depósito de aquellos residuos con contenido orgánico que no hubieran sido tratados previamente y otro umbral diferente para aquellos que procedían de un TMB; igualmente planteaba un umbral de poder calorífico por encima del cual los residuos no podían depositarse y una relación de materiales reciclables que no debían ser admitidos en vertedero. No me hicieron caso y ahora nos encontramos abocados al fracaso del 2016. Pero el plazo fijo no lo pongo yo, sino que será impuesto por el nuevo paquete de economía circular en 2025. Hay que dejar de llevar biorresiduos a los vertederos y hay que empezar a tomárselo en serio. Porque el hecho de que todavía hoy cerca de 6 millones de toneladas de residuos municipales sean vertidos sin ningún tratamiento es una vergüenza, además de una ilegalidad, aunque esto no parezca importar absolutamente a nadie. El tránsito de la situación actual a la que se postula para 2025 y aún para la de 2030 requiere de una voluntad política nítida y una actuación decidida. Si vamos hacia el vertido cero de residuos reciclables y valorizables todo lo demás vendrá dado por añadidura.
En definitiva, todos los elementos están puestos sobre la mesa. Ahora toca ponerse manos a la obra. Y recordar aquellas sabias palabras del gran, en todos los sentidos, Luciano Pavarotti: "chi vuol caprire, capisce e chi non vuol capire, rimane imbecille".
La parábola del buen compost, por Carlos Martínez-Orgado, Presidente de Honor de la Fundación para la Economía Circular.
Vía: Ciencias Ambientales
Foto de Stephen Ticehurst (cc)
Vía: Ciencias Ambientales
Foto de Stephen Ticehurst (cc)