Nueva Ley de Residuos: más allá de la basura
Dando respuesta a las directivas europeas de 2018 y 2019, pero sin duda también por convicción propia de la ministra Ribera, esta defendía un paquete legislativo, que incluye la Ley de Residuos, que hace unos días aprobó el Consejo de Ministros, destinado a reducir la producción de residuos evitables, y a promover el reciclaje de los que se produzcan, en el marco de la Estrategia Española de Economía Circular que se ha aprobado hace unos días.
En España solo se recicla el 37,8% de los residuos. El objetivo es reducir en 2030 un 15% la producción de residuos respecto a los niveles de 2010. Entre otras medidas está previsto el fin de objetos de plástico de un solo uso como platos, cubiertos o pajitas en julio del 2021.
Quedarán prohibidos los microplásticos que se añaden a productos cosméticos y detergentes que están superando las depuradoras y encontrándose incluso en peces abisales. Se promoverán igualmente los envases retornables y un reciclaje progresivo de los residuos municipales. Se espera la creación de hasta 70.000 puestos de trabajo en los próximos años.
Una medida interesante y pintoresca, y que cuenta con un precedente desde la sociedad civil, es reducir el consumo de agua embotellada y sustituirla por agua del grifo, que es mil veces más barata. Los bares y restaurantes estarán obligados a partir de la aprobación definitiva de la ley a ofrecer a sus clientes la posibilidad de consumo gratuito de agua del grifo.
También las mejores intenciones, incluidas las económicas, que no son las menos importantes, empleo, el papel creativo y transformador de las empresas… y alguna contradicción, seguramente inevitable. El ministerio ha descubierto que durante la pandemia, Sanidad y otras administraciones no han seguido precisamente sus recomendaciones de evitar el consumo de productos de un solo uso, como las mascarillas y los guantes que se han regalado (hay que decir que con alguna excepción entre los ayuntamientos pequeños, con un concepto más conservador del consumo), y que ya se han convertido en residuos que ensucian y contaminan nuestras playas y alcantarillas, y amenazan con convertirse en un problema. En cualquier caso, nos quedamos con la buena noticia: avanzamos hacia la economía circular.