Reducir, la principal medida ecológica
Reducir, reutilizar y reciclar son las tres erres básicas del consumidor ecológico. Su orden se establece de mayor a menor importancia y, por tanto, la reducción del consumo de recursos es la mejor forma de cuidar el medio ambiente y el bolsillo. Este artículo explica por qué es tan importante reducir.
La regla de las tres erres es una propuesta del ecologismo para fomentar hábitos de consumo respetuosos con el medio ambiente. Las tres erres se ordenan según las prioridades: lo más importante es reducir el uso de recursos, después reutilizar los productos para darles una vida útil más larga y, una vez que el producto no se puede emplear más, reciclarlo de forma adecuada.
Por tanto, reducir, hacer uso de la menor cantidad de recursos naturales posibles, es la acción más importante que los consumidores pueden hacer por el medio ambiente. La idea no es que no se consuma nada, sino hacerlo de manera sostenible. Los productos de usar y tirar o los que llevan un empaquetado excesivo son los primeros de la lista que deberían evitarse, y disminuir así su impacto.
Reducir contribuye también a combatir otro problema ambiental cada vez más grave, el de los residuos. La cantidad de basura generada en todo el mundo no deja de crecer. Por ello, las instituciones europeas se han propuesto convertir a los Estados miembros en una economía circular que disminuya la demanda de recursos escasos y con el objetivo del residuo cero. Por ejemplo:
Alimentos:
Un tercio de la producción alimentaria mundial para consumo humano, más de 1.000 millones de toneladas, se pierde o se desecha, con un coste de más de 550.000 millones de euros, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Diversas medidas pueden reducir el desperdicio de alimentos y su impacto en el medio ambiente: organizar bien las compras o programar el consumo de alimentos para que no se estropeen; mejorar la cadena productiva; apoyar a los productores para que logren una gestión sostenible; no fijar como prioridad la apariencia de los alimentos; reducir los modelos de consumo que incitan al derroche, como los restaurantes de bufé libre; crear canales de cooperación entre comercios y ONG para aprovechar productos; o aumentar la conciencia ambiental.
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Armando Maynez (cc)