Reflexiones sobre las ambiciones de neutralidad climática de Europa en tiempos de COVID-19
Europa, como el resto del mundo, se enfrenta a una crisis de salud pública sin precedentes que se propaga rápidamente por todo el continente. Los canales de noticias informan periódicamente del número de personas afectadas y que han perdido la vida. Las autoridades europeas y nacionales han estado aplicando medidas drásticas para limitar y ralentizar la propagación del COVID-19. En este difícil período, la AEMA ha recibido numerosas preguntas relativas al impacto de las medidas adoptadas contra el COVID-19 en las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Uno de los resultados inesperados de perturbaciones socioeconómicas abruptas como ésta puede ser la reducción extraordinaria de las emisiones de gases de efecto invernadero. En algunas partes de China y de Europa (por ejemplo, durante el período de confinamiento en el norte de Italia) se han observado otras consecuencias como la reducción temporal de la contaminación atmosférica. Se sabe que la exposición a largo plazo a la contaminación atmosférica contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas pulmonares y cardíacas. A pesar de la posible mejora a corto plazo de la calidad del aire en algunas zonas, las personas que ya sufrían estas afecciones crónicas y han tenido una exposición prolongada a la contaminación atmosférica pueden ser aún más vulnerables durante este período.
Se prevé que esta crisis tenga un fuerte impacto en los esquemas de producción y consumo, como por ejemplo la reducción de la demanda en materia de transporte, en concreto el tráfico aéreo internacional y los desplazamientos diarios de vehículos privados. No obstante, para comprender mejor el alcance, la duración y algunos de los efectos esperados e inesperados, deberemos analizar los datos de distintos ámbitos después de la crisis.
Sin embargo, sin una transformación profunda de nuestros sistemas de producción y consumo, es probable que la reducción de emisiones resultante de crisis económicas como ésta sea efímera e implique costes elevadísimos para la sociedad. Europa aspira a lograr la neutralidad climática a través de una reducción gradual e irreversible de las emisiones y mediante el establecimiento de objetivos a largo plazo para construir una economía resiliente y una sociedad fuerte; no a través de perturbaciones abruptas. La crisis actual pone de manifiesto por qué también necesitamos que la transición sea justa y ofrezca nuevas oportunidades y apoyo a los más afectados.
A pesar de estas reducciones, el informe El medio ambiente en Europa: Estado y perspectivas 2020 (SOER 2020) constata que los progresos se están ralentizando en ámbitos como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, las emisiones industriales, la generación de residuos, la mejora de la eficiencia energética y la cuota de energías renovables en la combinación energética global. El informe SOER 2020 también concluye que, para luchar contra la degradación del medio ambiente y el cambio climático, debemos transformar fundamentalmente nuestra forma de producir y consumir bienes y servicios. Estas conclusiones confirman la urgente necesidad de acelerar y ampliar las transiciones en los principales sectores, incluido el sector energético, el sector alimentario y el sector del transporte.
La propuesta relativa a la Ley Europea del Clima, elemento esencial del Pacto Verde Europeo, se inscribe en este contexto y eleva aún más las ambiciones de la UE en este ámbito. La propuesta prevé que la Comisión Europea revise el objetivo actual para 2030 y «estudiar opciones en relación con un nuevo objetivo para 2030 de una reducción de emisiones de entre el 50 % y el 55 % en comparación con los niveles de 1990». También explica cómo se evaluarán periódicamente los avances hacia la neutralidad climática, basándose entre otros en los informes de la AEMA. Además de los esfuerzos de mitigación, la propuesta prevé evaluaciones periódicas de las medidas de adaptación al cambio climático. Como proveedor independiente de conocimientos, la AEMA apoyará plenamente estos procesos mediante la evaluación periódica de los avances realizados en Europa hacia la neutralidad climática.
Estos objetivos climáticos no pueden alcanzarse sin abordar el desafío global de la sostenibilidad. Del mismo modo que la Comisión Europea está trabajando con otras iniciativas en el marco del Pacto Verde Europeo, en particular sobre la economía circular, la biodiversidad y las finanzas sostenibles, nuestro trabajo aborda una serie de ámbitos para apoyar las transiciones en materia de sostenibilidad.
Una transición socialmente justa, planeada y ejecutada a largo plazo es la única vía para construir una sociedad resiliente con una economía fuerte y sostenible. Además, las inversiones que vamos a realizar para mitigar el impacto económico de esta crisis deben, y pueden, ser plenamente acordes con nuestros objetivos de sostenibilidad a largo plazo. Incluso durante estos tiempos difíciles, las instituciones europeas han confirmado su firme compromiso con los objetivos a largo plazo del Pacto Verde Europeo.