Retos climáticos en plena pandemia un año después de la COP25 en Madrid
El esfuerzo para organizar la COP25 en Madrid (que abrió sus puertas hace un año) ha permitido continuar avanzando en una agenda multilateral y de cooperación, sobre todo cuando a los pocos meses del cierre de la cita climática el mundo vivió un parón por la crisis sanitaria. El 2 de diciembre de 2019 Madrid abrió a contrarreloj la Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (COP25) a la que asistieron miles de representantes gubernamentales, de organismos internacionales, nacionales y sociales ante la imposibilidad de celebrar la cita en Chile, país anfitrión de esa edición, por la crisis social en el país sudamericano.
El trabajo para la celebración de la COP25 en tan poco tiempo “nos pareció una locura, un esfuerzo que solamente merecía la pena porque tenía mucha importancia seguir viéndonos para trabajar en una agenda multilateral, de cooperación, todos juntos más allá de los ministros de Medio Ambiente y con todos los actores sociales en materia del clima”, asegura la vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera.
Este año, con la suspensión prácticamente de toda la agenda de trabajo ambiental y el retraso de la COP26 que debía celebrarse en Glasgow (Reino Unido), “nos damos cuenta de lo importante que fuera así”, sostiene Ribera, y añade que “gracias a esa acción que se impulsa desde Madrid y la capacidad de trabajo en la que estamos todos juntos, podemos seguir avanzando ahora incluso en circunstancias tan raras” como la que se ha producido con la crisis sanitaria que ha obligado a mantener reuniones virtuales.
La cita tenía la mira puesta en elevar la ambición climática un año antes de que el Acuerdo de París (que fija los parámetros para limitar a 1,5 grados el ascenso de la temperatura en relación a los niveles preindustriales) sustituyera al Protocolo de Kioto. Sin embargo, los esfuerzos no dieron los frutos esperados y al cierre se puso la mira en la reunión de Glasgow, un retraso que se prevé pueda servir para que los 195 países firmantes del Acuerdo de París eleven su ambición climática y la plasmen en sus contribuciones determinadas nacionales (NDC, por sus siglas en inglés) y para que la agenda vuelva a los principios del multilateralismo y la cooperación con el gobierno electo de Joe Biden en Estados Unidos.
Todos los países, organismos internacionales, nacionales y actores climáticos coinciden en que “es tiempo de actuar” y lograr resultados más eficientes en beneficio de las futuras generaciones, porque a pesar de la paralización del transporte y la movilidad tanto aérea como terrestre durante la pandemia, las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global no han parado de crecer, como confirma el informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) del pasado 23 de noviembre. Emisiones que siguen calentando del planeta y causando la la acidificación del agua del océano, el deshielo glaciar y polar, la subida del nivel del mar que afecta a miles de personas y territorios insulares y litorales, la pérdida de biodiversidad, así como el incremento de los fenómenos meteorológicos, cada vez más fuertes y con mayor potencia destructora.
La ministra chilena de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, afirma que los logros alcanzados en la COP25 presidida por Chile y realizada en Madrid (gracias al apoyo del Gobierno español), son positivos por la inclusión de los océanos; el plan de género y el rol de la Ciencia no negociable. Asimismo, el sentido transversal de la acción climática involucrando por primera vez a los ministerios de Finanzas, Energía, Transporte, Ciencia y Agricultura del mundo o la fuerte incorporación del sector privado con la extensión del “rol del Champion” de Naciones Unidas que actualmente lo ostentan el empresario chileno Gonzalo Muñoz y el enviado especial para el Cambio Climático del Ministerio polaco de Medio Ambiente, Tomasz Chruszczow. También el masivo compromiso de países, gobiernos locales, empresas e inversores con la carbono neutralidad al 2050, a través de la Alianza de Ambición Climática lanzada por Chile en el marco de la Cumbre del Secretario General en Nueva York, en septiembre del 2019, meses antes de la COP25.
Sin embargo, sostiene la ministra chilena, “como presidencia de la COP25 y sintonizando con la ciudadanía, no quedamos conformes con los resultados porque están lejos de lo que la urgencia nos exige y las personas esperan de sus líderes globales”. La carbono neutralidad para el 2050 como exige la Ciencia, implica la movilización ambiciosa del sector público y privado; gubernamental y sociedad civil, todos avanzando en una misma línea.
[Esta noticia fue publicada originalmente en EFE VERDE. Leer el original aquí]