Una parte del banquete navideño de los españoles termina en la basura
La Navidad es sinónimo de reencuentros familiares, alegría y, sobre todo, comida abundante. Sin embargo, tras el brillo de las luces y los villancicos se esconde una realidad menos festiva: el considerable desperdicio alimentario que se genera en los hogares españoles durante estas fechas. Según el Informe del Desperdicio Alimentario en España 2023 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), este alcanza un preocupante 20% de los alimentos preparados durante las celebraciones navideñas, una cifra que refleja una problemática extendida y con un impacto ambiental y económico significativo.
El aroma a turrón, el brillo de los manteles y la mesa repleta de manjares son imágenes idílicas de la Navidad. Pero la abundancia, paradójicamente, se convierte en la principal causa del problema. La presión social por ofrecer una mesa repleta, la tradición de preparar grandes cantidades de comida "por si acaso" y la dificultad para calcular con exactitud las necesidades de cada comensal contribuyen a generar excedentes que terminan en la basura. El resultado: kilos de comida perfectamente comestible que se desperdician, generando un impacto ambiental considerable, además de un coste económico importante para las familias.
El informe del MAPA destaca varios tipos de alimentos que sufren mayor desperdicio en Navidad. Los dulces navideños, como turrones, mazapanes y polvorones, suelen ser los grandes protagonistas de esta triste estadística. Su consumo suele concentrarse en las primeras jornadas festivas, dejando el resto con un tiempo de vida útil reducido. También destacan los productos frescos, como mariscos, pescados y frutas, que, a menudo, se adquieren en mayor cantidad de la necesaria y terminan echándose a perder antes de poder consumirse. Finalmente, los platos cocinados, elaborados con gran esmero para las cenas y comidas especiales, también sufren un alto porcentaje de desperdicio, especialmente debido al exceso de elaboración y al volumen de las raciones servidas.
El problema trasciende el simple despilfarro económico. La producción, el transporte y el procesamiento de los alimentos que acaban en la basura generan emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Además, se desperdician recursos naturales valiosos, como agua y tierra, que se utilizan en la agricultura y ganadería. El impacto ambiental del desperdicio alimentario navideño es, por tanto, considerable, y añade una capa de responsabilidad social a la ya existente preocupación por la sostenibilidad.
Planificar los menús con antelación, reducir la cantidad por ración y practicar la cocina de aprovechamiento es fundamental para frenar el despilfarro, especialmente en Navidad.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de El Periódico. Lee el original aquí]