UNEA-5: Acuerdo histórico para el primer tratado internacional contra la contaminación por plásticos
Los representantes de los 175 países que han participado en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA, sus siglas en inglés), que se clausuró el pasado 2 de marzo en Nairobi (Kenia), han acordado la creación del primer tratado internacional jurídicamente vinculante contra la contaminación por plásticos. Tras varios años de negociaciones y declaraciones, se ha aprobado una resolución por la que se crea el comité intergubernamental que comenzará a elaborar este tratado a partir de junio. La intención es que los trabajos estén rematados en el horizonte de finales de 2024 para que comience entonces el proceso de ratificación de los países de este pacto para combatir la creciente contaminación por plásticos.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), considera que este es el pacto internacional ambiental más importante al que se ha llegado desde que en diciembre de 2015 se cerró el Acuerdo de París contra el cambio climático. Y en cierta forma lo acordado ahora en Nairobi mantiene el espíritu del histórico pacto contra el calentamiento, porque se basa en que los países que lo ratifiquen presenten planes nacionales para combatir la contaminación por plástico.
El problema no es menor y va en aumento año a año. La producción mundial de plástico se ha multiplicado por dos en solo dos décadas hasta alcanzar los 461,1 millones de toneladas en 2021. La previsión es que vuelva a duplicarse para 2040 si no se pone coto a la producción de un material que es muy barato, tiene una bajísima tasa de reciclaje (apenas el 9% de los residuos de este tipo que se recogen en el mundo) y genera un alto impacto en la naturaleza: más de 140 millones de toneladas de residuos plásticos están ya contaminando los ríos, lagos y mares del planeta, como advertía un reciente informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
Varios países llevan años tomando medidas puntuales contra las bolsas de plástico, los envases o algunos productos de un solo uso. Pero en el seno de la ONU está extendida la idea de que contra este problema mundial es necesario crear un instrumento también global y jurídicamente vinculante. Porque los residuos plásticos viajan de un país a otro y los vertidos en los ríos y mares se producen en muchas ocasiones a miles de kilómetros de donde se ha usado ese material.
La resolución adoptada insta a que ese comité intergubernamental fije los objetivos concretos del futuro tratado. Pero se especifica que se deberán promover “medidas de cooperación nacionales e internacionales para reducir la contaminación plástica en el medio marino, incluida la contaminación plástica existente”. También se deberá instar a la elaboración y actualización de “planes de acción nacionales” sobre prevención, reducción y eliminación de este tipo de polución. Además, se plantea que se evalúe “periódicamente el progreso de la implementación” del acuerdo.
Aunque el texto aprobado no es muy concreto, la estructura del tratado que se esboza recuerda mucho al Acuerdo de París, donde los países firmantes del pacto deben presentar planes nacionales de recorte de emisiones de efecto invernadero para contribuir a la consecución de un objetivo común: que el incremento de la temperatura mundial no supere los 2 grados, y en la medida de lo posible los 1,5, respecto a los niveles preindustriales. Esos planes de recorte deben llevar a que las emisiones de efecto invernadero de la economía mundial sean prácticamente cero en la segunda mitad de este siglo. Para ello, los planes se analizan y actualizan periódicamente, como ocurrirá con los programas de acción de lucha contra la contaminación plástica que se pongan en marcha con el futuro tratado.
La resolución aprobada también abre la puerta a la creación de un mecanismo financiero para ayudar a desarrollar las medidas que se incluyan en el tratado. Y se pide que exista “flexibilidad” en algunas disposiciones para que en el cumplimiento de los compromisos se tengan en cuenta las circunstancias nacionales. Esta referencia deja abierta la posibilidad de que en esos planes nacionales a los países desarrollados se les puedan exigir más esfuerzos que a los que tienen menos recursos. Además, se menciona específicamente a los microplásticos como parte de la contaminación que se intentará combatir con el futuro tratado que debe elaborar el comité intergubernamental de negociación.
“Este es el acuerdo multilateral ambiental más importante desde el Acuerdo de París”, ha insistido la máxima representante del PNUMA. Para Espen Barth Eide, ministro de Clima y Medio Ambiente de Noruega y presidente de UNEA,-5 la resolución supone un “mandato robusto” para crear ese futuro tratado “para acabar con la contaminación” por plástico. “No para reducirla”, ha recalcado el ministro noruego.
Varios grupos ecologistas también han aplaudido el paso dado en la UNEA. WWF, por ejemplo, ha asegurado que “este acuerdo crucial constituye una de las acciones medioambientales más ambiciosas desde el Protocolo de Montreal de 1989″, el pacto que el que se eliminaron de forma efectiva las sustancias que dañan la capa de ozono. WWF ha recordado que más de 2,2 millones de personas de todo el mundo habían suscrito la petición lanzada por esta ONG apoyando la creación del tratado mundial.
[Este contenido procede de El País. Lee el original aquí]