Viviendas sostenibles construídas reutilizando conchas de mejillón
Además de comerse o enlatarse, el mejillón -o más bien su concha- puede tener una segunda oportunidad. Galicia es la primera productora de Europa y la tercera del mundo de este bivalvo, y cada año se desechan 25.000 toneladas de conchas o valvas, que ahora pueden ser utilizadas para levantar viviendas sostenibles en las que se puede ahorrar hasta un 80 % en el consumo de calefacción. El grupo de Construcción de la Escola de Camiños, y el de Enxeñaría e Dirección de Proxectos de la Escola Politécnica Superior de la Universidade da Coruña (UDC) -en colaboración con un consorcio de empresas liderado por Extraco, Galaicontrol y Serumano- han puesto en marcha el proyecto Biovalvo, que entre otras actuaciones incluye un módulo experimental que ya se está levantando en el campus universitario de Elviña y que llevará conchas de mejillón tanto en sus cimientos, como en sus paredes y en el techo, aunque en cada parte se colocarán de forma muy distinta.
Belén González y Diego Carro, profesores de Camiños, explican que este edificio -que tendrá forma de concha- se ha diseñado siguiendo los criterios de bioconstrucción y el estándar Passivhaus, que apuesta por materiales naturales y sostenibles, así como por unas condiciones y confort que incluyen una correcta orientación solar y una buena ventilación. A todo esto se quiere unir ahora las propiedades de las conchas de mejillón, que pueden aportar ventajas térmicas y aislantes muy importantes.
El proyecto, que cuenta con un presupuesto de 1,5 millones de fondos Feder (a través del CDTI), propone la utilización de las valvas -una vez tratadas térmicamente y trituradas a diferentes tamaños- para fabricar morteros, hormigones o mezclas bituminosas, siempre ligadas con otro material; así como, utilizar las conchas machacadas como áridos para aislamiento acústico y térmico, drenajes y capas de firme no ligadas.
Para comprobar la posible eficacia de los nuevos productos se están realizando pruebas en el laboratorio a diferentes escalas, y probando morteros con más o menos cantidad de valvas, utilizando los mejores resultados en el prototipo en construcción. «Se prueba su capacidad adherente, su estabilidad frente a la humedad y la temperatura y su durabilidad», explican los responsables del proyecto, que también recuerdan que se instalarán medidores en todo el edificio experimental para certificar los resultados, y de todos los productos se evaluará su sostenibilidad.
En estos momentos, se ha iniciado la fase de cimentación, en la que se utilizarán las conchas en las zapatas y soleras de hormigón y en la capa granular aislante. A continuación, las valvas se colocarán en medio de los muros de madera como relleno aislante granular y mortero de revestimiento; y se rematará la construcción con una cubierta vegetal con relleno aislante granular formado por conchas. En el mes de mayo está previsto que esté finalizado el módulo experimental, del que se auguran muy buenos resultados, exportables al sector de la construcción de viviendas unifamiliares.
Zahorra
Otras de las posibles utilizaciones de las conchas de mejillón es como parte de la zahorra que se utiliza para asfaltar las carreteras, aunque en este caso hay que triturar demasiado las valvas. Por el momento, se están realizando distintos experimentos para que también pueda ser otra solución viable.