Aceites usados: estas son las novedades de la futura Ley de Residuos
Un litro de aceite de cocina usado es suficiente para contaminar 1.000 litros de agua. Esa proporción debería estar en la mente de cada ciudadano que se plantee verter por la tubería el aceite de freír o el de la lata de sardinas. El oro líquido de la gastronomía española puede convertirse en un ‘chapapote’ para las aguas residuales, generando un problema para los sistemas de saneamiento y depuración o bien suponer un nuevo recurso después de usado. La elección parece fácil, pero la mala praxis sigue existiendo bajo la idea del: “¡total por unas gotas que yo tire no se va a contaminar el planeta!”.
Reseave, una de las entidades de gestión de aceites usados en España, que gestiona el residuo en la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana, destaca que, si no se recicla correctamente, el aceite de cocina acaba en los ríos y los mares y dificulta la oxigenación de las especies, al tiempo que recuerda que reciclar es una “obligación medioambiental” de los ciudadanos.
En ese sentido, apunta que en España se mueven unos 180 millones de litros de aceite (unos 4 litros por persona al año), y la entidad asegura que se calcula que 120 millones de litros acaban en el fregadero. Así que el cálculo del volumen de agua que se puede contaminar es fácil de estimar. Esa práctica tiene o debe tener los días contados.
1. Aceite doméstico y de hostelería
El proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados que acaba de aprobar el Gobierno (ya se encuentra en el Congreso de los Diputados para iniciar su camino legislativo) establece la obligación de recoger el aceite de cocina usado de los hogares a partir del 31 de diciembre de 2024 y en el caso del aceite de la hostelería y restauración, desde el 31 de diciembre de este mismo año (si para esa fecha la norma estuviera en vigor).
En la actualidad ya existe un sistema de gestión para los restaurantes y buena parte de las calles disponen de contenedores para usuarios domésticos, pero las obligaciones de recogida y gestión, que son de competencia municipal, se incrementarán con la nueva ley. Sin embargo, también es una realidad que la presencia de contenedores para recoger el aceite de cocina en las calles está aún muy lejana a la de otros residuos domésticos como los envases ligeros, el vidrio, el papel y el cartón.
La propuesta legal apunta que entre los modelos de recogida los ayuntamientos deberán “priorizar” la recogida "puerta a puerta” o bien, modelos que alcancen tasas y calidades de recogida similares para su posterior regeneración. En concreto, el texto incluye disposiciones específicas para todos los residuos de grasa de origen vegetal y animal que se generan tras ser usado en el cocinado de alimentos en el ámbito doméstico, centros e instituciones, hostelería y restauración.
El destino de estos aceites, tras su correcta gestión puede suponer nuevas oportunidades en materia de economía circular como el biodiésel. Más allá de la tarea de manufacturar jabón de lavar con el aceite de la cocina, una actividad que se practicaba por necesidad no hace tantas décadas en muchas familias del país, en la actualidad se han desarrollado soluciones tecnológicas más sofisticadas, por ejemplo, como combustible para aviones.
En ese sentido, la aerolínea china Haian Airlines ya ha utilizado biodiésel realizado con aceite de cocina usado en un vuelo regular Boing 737 en el que viajaron 100 pasajeros y que empleó la mitad de combustible en cada uno de sus motores. De hecho, se observó que volar con aceites usado reciclado emite entre un 50 y un 80% menos de dióxido de carbono que los vuelos con combustibles fósiles, por lo que esta opción de economía circular puede contribuir a reducir el impacto de la aviación en las emisiones de gases de efecto invernadero globales.
2. Aceites industriales
La futura ley tampoco deja fuera, sino que refuerza, el control de la gestión de todos los aceites industriales o de lubricación, como por ejemplo los de los motores de los vehículos, los de la caja de cambio, los de uso para turbinas o aceites hidráulicos. Para este tipo de aceites industriales usados ya existe en España el sistema integrado de gestión SIGAUS, que en 2020 trató 121.000 toneladas, de las cuales el 74% fueron regeneradas, según los datos proporcionados a Planeta A por esta entidad, que cuenta con una red de 160 empresas gestoras y 242 empresas adheridas. Es fácil comprobar que cada ciudadano paga una tasa por la gestión del aceite del coche en la factura del taller mecánico.
En total, estas empresas comercializaron 264.717 toneladas de aceites lubricantes en 2020, un 11,3% menos que el año anterior. Este descenso tiene su justificación no en una carencia en la gestión sino en las restricciones a la movilidad que rigieron la vida de los vehículos durante los peores meses de la pandemia, cuando los motores estuvieron buena parte del año apagados.
El director general de SIGAUS, Eduardo de Lecea, ha manifestado a Planeta A que la nueva ley da “un paso adelante muy importante” en la política de residuos, ya que permitirá reforzar tanto en España como en Europa los mecanismos de colaboración público-privada que han demostrado “grandes niveles de eficacia y eficiencia” desde hace años, como los sistemas de responsabilidad ampliada del productor.
Así, asegura que SIGAUS se toma la nueva ley como una forma de recoger el “reto” de mejorar y contribuir a la implantación de modelos efectivos de economía circular y celebra “con optimismo” que la norma introduzca “nuevos controles” a la responsabilidad ampliada del productor. “Llevamos 14 años garantizando no solo que el aceite usado no es un problema, sino que se aprovecha al cien por cien y se reintroduce en su mayoría en un nuevo ciclo productivo, produciendo nuevos lubricantes a partir de los usados”, ha manifestado.
[Esta noticia fue publicada originalmente en El Confidencial. Lee el original aquí]