Así es el diminuto pueblo de montaña japonés que quiere ser 100% sostenible
Kamikatsu, un municipio de 742 hogares situado en las montañas a una hora por carretera desde la ciudad de Tokushima, se convirtió en 2003 en el primer Gobierno local en declarar una política de “cero residuos”. Como resultado de su compromiso con las “3R” (reducir, reutilizar y reciclar los residuos), la tasa de reciclaje en el año fiscal 2021 fue del 79,9%, muy superior a la media nacional del 19,9%.
Su método único de separación de residuos, que ahora asciende a 45 tipos diferentes, ha causado un particular revuelo. El pueblo ha sido seleccionado como Ciudad del Futuro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por la Oficina del Gabinete y no deja de recibir visitas de personas interesadas procedentes de dentro y fuera de Japón. En la actualidad, se están poniendo en marcha sucesivamente nuevos proyectos con el objetivo de seguir reduciendo los residuos.
El Día de los Cero Residuos en 2020 (30 de mayo) se inauguró el Centro de Cero Residuos de Kamikatsu (en adelante, “el centro”) como base de actividades. Enfocado en ser un punto de recogida al que los residentes pueden llevar sus residuos, el centro cuenta con una sala de socialización, una oficina-laboratorio e instalaciones de alojamiento. El Kurukuru Shop, donde los vecinos entregan gratuitamente los artículos que ya no necesitan, reutiliza unos 550 kg al mes.
El HOTEL WHY es un edificio de alojamiento que ofrece una experiencia del estilo de vida “Cero Residuos”. Es popular por su aspecto limpio y moderno, que aprovecha la madera de desecho y el mobiliario remodelado. No hay televisores en las habitaciones ni supermercados o tiendas en el pueblo, pero sí mucha naturaleza. El concepto de reflexionar sobre cuestiones medioambientales al tiempo que se permite el “lujo de no haber nada” ha sido muy bien acogido, y a pesar de inaugurarse en el momento en el que se produjo el brote del nuevo coronavirus, el número de visitantes ha superado la población del pueblo en tres años.
El centro se ha convertido en un símbolo del pueblo y una atracción turística, pero Ōtsuka Momona, encargada de su gestión, nos contó que “en realidad, hasta los años 90 este lugar solía ser un vertedero”. En 1997, el pueblo inauguró la Estación de Desechos de Hibigaya después de detener la incineración de basura al aire libre debido al endurecimiento de las leyes y reglamentos relacionados con cuestiones ambientales. Se inició la recolección separada de basura traída por los residentes. Inicialmente, había 9 tipos de residuos clasificados, pero al año siguiente, se duplicó con creces a 22. En 2001, cuando se cerró el incinerador, se subdividió en 35 tipos de artículos.
Un problema particular eran los residuos de alimentos, que representan el 40% de los residuos domésticos. Sin los residuos de comida, que se descomponen fácilmente y producen olores, se podría reducir la cantidad y frecuencia de los residuos que se traen y aligerar la carga de los residentes. La municipalidad ha subvencionado la instalación de un sistema de compostaje para que los hogares puedan contar con uno eléctrico que cuesta unos 50.000 yenes (unos 352 dólares, es decir unos 320 euros) por un coste personal de 10.000 yenes, y el sistema ya se utiliza en un 80% de los hogares.
El pueblo promueve actualmente 45 tipos distintos de residuos, basándose en la idea de que “si lo separas, es un recurso; si lo mezclas, es basura”. La mayoría de los artículos se reutilizan o reciclan, aunque algunos hay “desechos que se deben incinerar de cualquier modo”, como los residuos sanitarios y los productos de caucho. Para ello se contrata a empresas de eliminación.
El sistema de puntos Chiritsumo está ayudando a motivar a la gente para que separe los residuos. Según este sistema, se conceden puntos a cambio de residuos reciclables, como revistas, que luego pueden acumularse y canjearse por vales de artículos. Los ingresos obtenidos de empresas de eliminación se reembolsan a los residentes.
Todo el pueblo colaboró, pero no alcanzó el objetivo inicial de lograr cero residuos en 2020, y la tasa de reciclaje se mantiene en el 80%. También ha quedado claro que será difícil superar la barrera del 20% restante solo con los esfuerzos de los consumidores. Por ello, el pueblo ha elaborado un Plan de Ciudad Residuo Cero para la próxima década, en el que se fijan nuevos objetivos, entre ellos “reducir la carga que soportan los residentes”.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de Nippon. Lee el original aquí]