Botellas, envases y envoltorios de plástico suman la mitad de la basura vertida a los océanos
En pocas décadas, nuestro mundo natural ha cambiado profundamente, haciéndose eco de la aceleración sin precedentes de la actividad económica humana. Hemos heredado un sistema económico degenerativo que extrae los recursos de la Tierra para fabricar más y más bienes, que a menudo sólo se utilizan durante un breve periodo de tiempo antes de ser arrojados como basura a los vertederos y ecosistemas acuáticos desbordados. Hasta ahora, este sistema se ha mostrado incapaz de gestionar la creciente cantidad de residuos, y los resultados son, por desgracia, demasiado conocidos: los ecosistemas terrestres y, sobre todo, acuáticos se están ahogando en basura en todo el mundo.
Ocho de los diez tipos de basura más abundantes en el mar están hechos de plástico. Cuatro de ellos son botellas, bolsas, envases y envoltorios de comida de un solo uso. Además, estos cuatro objetos suponen la mitad de toda la basura humana que llega a los océanos, seguidos de restos de metal, cristal y textil.
Estas son algunas de las conclusiones del estudio de Carmen Morales-Caselles, de la Universidad de Cádiz, que ha dibujado el primer mapa de la basura marina a partir de doce millones de muestras de siete ecosistemas marinos, recogidas por investigadores, asociaciones y ciudadanos.
Según esta clasificación, publicada en Nature Sustainability , el 80% de toda esta basura proviene de los continentes, mientras que al menos un 20% tiene su origen en actividades humanas en el mar, como la pesca y los cruceros. Los investigadores han encontrado objetos tan surrealistas en alta mar como lavadoras, viales, residuos militares y globos infantiles de helio.
Los resultados mostraron que los 10 principales elementos de macrolitros (es decir, mayores de 2,5 cm) que contaminan los entornos acuáticos son las bolsas y botellas de plástico, los envases de alimentos y los cubiertos, los envoltorios, las cuerdas, los elementos relacionados con la pesca, las tapas, los envases industriales, las botellas de vidrio y las latas de bebidas. 8 de estos 10 principales residuos son de plástico. En cierto modo, esto era de esperar. Sin embargo, fue impactante descubrir que las bolsas, las botellas, los envases de alimentos y los cubiertos, junto con los envoltorios, representan casi la mitad de los objetos fabricados por el hombre que se encuentran en el océano mundial.
Con toda esta información, Morales-Casielles y su equipo comenzaron a retratar la distribución de los residuos en siete entornos acuáticos diferentes para representar lo que llaman un "mapa del metro" con diferentes líneas de tránsito de colores que varían para cada uno de los objetos y enlazan los ecosistemas acuáticos como estaciones de metro. Dicho mapa se ha convertido en un modelo conceptual de los flujos más probables de los principales elementos de la basura en el océano.
En resumen, los objetos grandes de origen terrestre, como bolsas o envoltorios, tienden a acumularse en los entornos costeros, con menor probabilidad de llegar a mar abierto. Los resultados sugieren que una gran proporción de los desechos que llegan al mar desde tierra tienden a acumularse en los fondos marinos cercanos a la costa: estos ecosistemas actúan como un importante sumidero de basura de gran tamaño. Aprendimos que las zonas costeras actúan como un depósito temporal de pequeños fragmentos de plástico antes de que viajen a mar abierto. De este modo, creemos que las costas representan una oportunidad para interceptar la macrobasura antes de que se descomponga y se libere en el océano global como microplásticos prácticamente inmanejables.
Los próximos pasos del equipo de la UCA son mejorar la comparabilidad de las bases de datos mundiales sobre desechos y movilizar el poder de la ciencia ciudadana para apoyar la investigación y la toma de decisiones sobre desechos marinos. "A pesar de las nuevas políticas dirigidas a ciertos elementos, creemos que las acciones de gestión deben dar prioridad a estos elementos principales de la basura para evitar más impactos en los ecosistemas acuáticos. Pero se necesitan cambios mucho más estructurales", advierten los investigadores.
[Este contenido ha sido reelaborado con información procedente de La Vanguardia y Nature Sustainability]