Creavalo, la firma española que transforma vaqueros usados en alfombras o mesas
En España, existen firmas como Back To Eco, Infinit Denim y Recover preocupadas por reconvertir esos jeans que se venden exponencialmente en nuevas prendas mediante el upcycling, al procesar los retales denim para crear nuevos hilos; y, a través del recycling, creando tejidos con los que confeccionan nuevos productos a medida.
Sin embargo, lo novedoso es que los desperdicios de los vaqueros, aparecidos allá por 1873 gracias a Levi Strauss y Jacob Davis, se conviertan en materia prima para obtener nuevos objetos. Esta es la idea que ha desarrollado la marca emergente Creavalo, con sede social en la avenida del Textil en Ontinyent, localidad alicantina enfocada históricamente a la industria del tejido, el mismo lugar donde abrió en diciembre de 2022 el Museo del Textil de la Comunidad Valenciana.
En la última Feria Hábitat Valencia y en el ámbito de la última edición de Nude, Salón de Jóvenes Talentos en Diseño que recoge desde hace dos décadas las propuestas más experimentales del mundo del diseño y es una plataforma de lanzamiento y creatividad, Creavalo presentó pequeñas mesas, bandejas, alfombras y paneles decorativos fonoabsorbentes fabricados a partir de vaqueros procedentes del postconsumo. Detrás de su nombre, que habla por sí mismo de su propósito, está el joven Joan Gisbert que explica su objetivo: “Crear valor a partir del desperdicio textil, algo que en principio no sabíamos cómo hacer pero que desarrollamos a partir de la idea de querer darle salida y posicionar el producto resultante a un alto nivel”.
El concepto de dar una nueva vida a los vaqueros surge cuando Gisbert realizaba un programa Erasmus en Holanda y, con formación en Ingeniería Industrial y Gestión Empresarial, trabajó para una empresa que producía productos procedentes del reciclaje hecho a partir de cáscaras de naranja. “Empecé a darle vueltas a la cuestión de que en un futuro próximo todas las empresas deberán tener en cuenta la sostenibilidad y el reciclaje de desechos”, recuerda. Sus investigaciones se apoyan en datos de la Unión Europea que indica que, aproximadamente, se generan 17 millones de toneladas de desperdicio textil al año, lo que significa 12 kilos de textil por persona y año en la UE.
Lo que diferencia a Creavalo es la producción de objetos. Para poner en marcha la imagen de la marca y dar forma a la primera colección, compuesta por el momento por piezas de tamaño pequeño y mediano, han contado con el tándem de diseñadores formado por Ana Segovia y Luis Calabuig, al frente de Odosdesign, que comparten el ideario de Creavalo y, según cuentan, vieron interesante la iniciativa de recoger el desperdicio textil para crear un producto a partir de algo que antes iba al vertedero.
Gisbert comenta que, por el momento, y siguiendo la idea de circularidad y sostenibilidad, “quieren empezar a trabajar con el desperdicio nacional, no de otros países, para cuidar la huella de carbono”. Y añade: “Queremos que se expanda como una mancha de aceite porque, según National Geographic, la cifra textil de desperdicio es tan grande que corresponde a un camión lleno por segundo y esto es algo a lo que en Europa ya se le está dando mucha importancia”. En esta firma alicantina tienen dos formas de conseguir el residuo. “Por un lado, las empresas que generan mucho residuo, que son más fáciles de rastrear porque el desperdicio postindustrial para ellas está más regulado; y, por otra parte, los desechos textiles que nos llegan también a través de gestores de residuos nacionales. Este es el caso, por ejemplo, de los vaqueros”, detalla.
Su primera colección se llama Cápsula 1, y saldrá al mercado este mes de marzo de la mano de Punt Mobles, empresa con fábrica en Elda que se encargará de editar la serie creada con Odosdesign que se va a lanzar en el Milán, el mejor escaparate para una presentación. “Vamos a incluir esta colección de pequeñas piezas y mobiliario en nuestro catálogo de muebles porque nos encantó el concepto y también el diseño, además, ya habíamos trabajado con Odosdesign así que fue como la cuadratura del círculo, y hemos decidido poner esto en valor y lanzarlo en el Salone del Mobile de Milan”, comenta Pablo Ramiro, de Punt Mobles. Según indica, los mercados de Estados Unidos y Europa son los más abiertos al concepto de circularidad. “Ya lo estamos moviendo en toda nuestra red de distribución que abarca hasta 40 países de todo el mundo”, añade. “La idea es seguir editando productos que produzca Creavalo con distintos creadores para que se unan a nuestras propias creaciones y también, por otro lado, que nosotros mismos desarrollemos a futuro otras piezas para ponerlas en el mercado”.
Los vaqueros proceden de postconsumo aunque han hecho pruebas con material de desecho postindustrial (como recortes o restos de fábrica) y el resultado es el mismo. “Queríamos crear algo bonito y atractivo y por eso nos hemos decidido a hacer bandejas, jarrones, taburetes, panelados para revestir paredes”. La clave está en la forma de trabajo que emplean, consistente en procesos de triturado y compactado que después tratan con entre un 10 y un 15% de aglutinante. “Esto depende de las piezas porque lo importante es que, al llevar poco aglutinante, el producto resultante se pueda volver a triturar y compactar para formar nuevas piezas, de esta forma cumplen con la idea de ser productos reciclados y reciclables”, comenta Gisbert.
Además de los vaqueros, también trabajan con otros materiales textiles como son las sábanas, procedentes de grandes cadenas hoteleras, “porque están más controladas y nos dan más confianza para asegurar la higiene”. También transforman esterillas y recubrimientos de maleteros de automóviles. En el caso de los desperdicios textiles de las cadenas hoteleras, “esto significa quitarles un problema de encima y en Creavalo, además, queremos proponerles que contribuyan a la circularidad comprando productos reciclados, pequeñas piezas de mobiliario en lugar de piezas en madera virgen para equipar los alojamientos”, concluye Gisbert.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de El País. Lee el original aquí]