El abandono de guantes y mascarillas amenaza (aún más) a los océanos
Sin lugar a dudas, la contaminación por plástico se estaba convirtiendo en uno de los mayores desafíos para la humanidad. Y sigue siéndolo, pero con un fenómeno añadido que no va a hacer sino agravarlo aún más. La concentración de este material en los océanos está creciendo a un ritmo tan elevado y de manera tan generalizada que está dando lugar a la formación de grandes concentraciones de residuos flotantes, unas auténticas “islas de las basura” que, con una superficie actual de casi dieciocho millones de kilómetros cuadrados, equivalen a la extensión de toda Europa y Australia juntas.
Las playas están empezando a verse invadidas por uno de los residuos que, desde hace apenas unos meses, están siendo abandonados de forma masiva en todo el mundo. Nos referimos a los dos materiales que forman el equipo de protección individual (EPI) frente al COVID-19: las mascarillas y los guantes.
Las imágenes-denuncia de Gary Stokes, famoso activista del grupo ecologista Sea Shepherd y fundador de la organización Oceans Asia para la defensa de los mares, mostrando una ristra de mascarillas recogidas en una playa de las islas Soko (Hong Kong), han saltado a los medios de comunicación. Desde entonces los miembros de esta organización no paran de denunciar la arribada a las playas de miles de unidades de mascarillas y guantes que, como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, han pasado a convertirse en uno de los materiales más utilizados y desechados en el mundo. Unos residuos de los que, siguiendo el patrón del plástico, más de tres cuartas partes están yendo a parar al mar.
La solución a este serio problema medioambiental no es fácil. Estamos hablando de unos materiales de uso imprescindible por cuestiones de salud pública y de seguridad personal a los que ni podemos ni debemos renunciar. Como consumidores y usuarios poco podemos hacer más allá de alargar su vida en la medida que sea posible y seguro hacerlo, tal y como recomiendan las autoridades sanitarias.
Pero, mientras se investigan alternativas al uso de mascarillas y guantes desechables, lo que sí podemos y debemos hacer es gestionar su residuo de manera responsable. Los guantes y mascarillas fuera de uso deben ser depositados en el contenedor general o de la fracción resto (al que echamos todo aquello que no se recicla) y nunca en el contenedor amarillo de los envases ligeros o cualquiera de los otros contenedores destinados a la recogida selectiva (verde, azul y marrón). Pero sobre todo, este tipo de residuos no pueden acabar de ninguna manera en el entorno. Es desolador comprobar estos días, en los primeros paseos de la desescalada del confinamiento, la cantidad de guantes y mascarillas que han sido arrojados al suelo, tanto en las calles como en los caminos.
Esta nueva normalidad que estamos inaugurando poco a poco debe estar basada en el civismo, en la responsabilidad individual y en el compromiso de todos para cuidar de todos y de lo que nos cuida a todos: es decir, del medio ambiente, de la naturaleza. Porque además de ser un problema medioambiental difícil de evaluar dada su elevada magnitud, además de contribuir de manera inmensa a agravar el ya de por si serio problema del plástico en los océanos, el abandono de guantes y mascarillas puede convertirse en un foco de contagio para las personas y para los ecosistemas terrestres y marinos. Evitémoslo con su gestión responsable como residuo echándolos al contenedor general.