El FMI cifra en varios billones de euros el coste de la neutralidad climática
Financiar la transición hacia las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero requiere un cambio sin precedentes por parte de empresas y gobiernos. Desde el lado público serán más necesarias que nunca unas políticas fiscales sólidas, complementadas con una amplia gama de políticas regulatorias y financieras, mientras que desde un punto de vista privado, la industria de fondos de inversión, con cada vez más actores adoptando un enfoque de sostenibilidad, puede desempeñar un papel importante financiando la transición hacia una economía más verde y ayudando a evitar algunos de los efectos más peligrosos del cambio climático. Pero la alianza entre ambos será imprescindible para conseguir los más de 17 billones de euros que el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que serán necesarios para lograr la neutralidad climática.
Así se pone de manifiesto en el Informe de Estabilidad Financiera Global, que el organismo supervisor con sede en Washington (EEUU) hizo público a comienzos de octubre. En concreto, los analistas de esta entidad calculan que será necesario invertir entre 12 y 20 billones de dólares (10,3 y 17,2 billones de euros) durante los próximos de 20 años para lograr el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas de carbono para 2050, una cantidad que se deduce de la necesidad de invertir entre el 0,6% y el 1% del producto interior bruto (PIB) global en las próximas dos décadas.
No será una tarea fácil. Según el FMI, estas inversiones “tendrían que alejarse del sector de combustibles fósiles y acercarse al de las renovables, así como a las soluciones de bajas emisiones”, un cambio de paradigma que exigirá también un cambio en la mentalidad en las mayores carteras. Y es que, actualmente, los fondos con un objetivo de sostenibilidad solo abarcaban activos valorados en hasta 3,1 billones de euros, lo que supone apenas el 7% del total que tienen bajo gestión. Es más, la cifra de fondos especialmente enfocados al clima es mucho menor, ya que solo cuentan con activos por valor de 111.731 millones.
La mayoría de los inversores creen que las compañías que integran criterios ESG pueden ser mejores inversiones a largo plazo. Pese al reducido número de fondos con enfoques sostenibles o climáticos, la actitud en general de estos inversores privados en las juntas de accionistas sí que está cambiando, según el FMI. En 2020, los fondos de inversión votaron a favor de casi la mitad de las propuestas de accionistas relacionadas con el clima, frente al 20% de 2015. Además, la creciente popularidad de la inversión en carteras sostenibles, que han aumentando en un 48% de los activos bajo administración, significa más capital disponible para las empresas con una alta calificación de sostenibilidad, lo que impulsa la emisión de bonos y acciones “verdes” por parte de actores privados.
De acuerdo con el informe publicado por el FMI, el papel positivo de los fondos proviene directamente de su capacidad para influir en el sector empresarial. A través de la administración, que incluye el compromiso directo con las empresas y el voto por poder, los fondos pueden efectuar cambios en las prácticas de sostenibilidad de las empresas. Por ejemplo, a principios de este año, los inversores “activistas” sorprendieron a las industrias de inversión y energía al ganar asientos en el consejo de administración de Exxon Mobil como parte de su apuesta por cambiar su estrategia climática.
Teniendo en cuenta esta situación en el mundo privado, ¿qué pueden hacer los legisladores para ayudar al sector de los fondos de inversión a tener más impacto en cuestiones de sostenibilidad? Según el FMI, lo primero es fortalecer la arquitectura de información climática global, que incluye datos, divulgaciones y clasificaciones de finanzas sostenibles, tanto para empresas como para fondos de inversión. Y es que si se apuesta por mejores sistemas de clasificación de fondos, donde las etiquetas y taxonomías se utilizan y comprenden de manera uniforme, éstos pueden ayudar a resumir la estrategia de inversión y su enfoque general de participación y administración. De hecho, el análisis realizado por esta entidad financiera internacional muestra que las etiquetas se han convertido en un motor cada vez más importante de los flujos de fondos, especialmente en el segmento minorista del mercado.
En segundo lugar, el FMI insiste en que debe existir una supervisión regulatoria adecuada para evitar el greenwashing. Es decir, normativas que garanticen que las etiquetas representen de manera justa los objetivos de inversión de los fondos, algo que, a su vez, aumenta la confianza del mercado e impulsa aún más los flujos hacia fondos sostenibles. Además, será importante apostar por herramientas que canalicen los ahorros hacia los fondos que mejoran la transición: por ejemplo, una mayor elegibilidad de los fondos con temas climáticos para un tratamiento fiscal favorable en productos de ahorro (como planes de jubilación o productos de seguros de vida) podría ayudar a complementar otras medidas de mitigación del cambio climático, como los impuestos al carbono.
[Este contenido procede de El Ágora. Lee el original aquí]