Sigfito: el PEMAR "se quedó escaso" en su compromiso con la gestión de los residuos de la agricultura
El Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos de 2015 (Pemar) "se quedó escaso" en el compromiso con el reciclaje de residuos agrarios como trampas, guantes, mascarillas o plásticos de invernadero, hasta ahora sin gestionar. Así lo ha puesto de manifiesto en una entrevista con Efe Rocío Pastor, directora general de Sigfito, la empresa que gestiona los envases de fitosanitarios y de algunos fertilizantes que se usan en agricultura.
Para Pastor, fue “muy bueno” que el PEMAR reconociera la idiosincrasia y particularidad del sector agrario, “pero echamos en falta que se comprometiera en algo más, en particular en estudiar la manera de gestionar esos otros residuos”.
El Consejo de Ministros aprobó en noviembre de 2015 el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos para el periodo 2016-2022, que estableció las líneas estratégicas y las medidas necesarias para avanzar hacia la denominada economía circular e impulsar la preparación para la reutilización y el reciclado.
Sin embargo, esa normativa no reconoce como residuos algunos materiales utilizados en agricultura como bandejas de semilleros, tuberías para riego, plásticos o trampas para insectos, que en la mayoría de los casos son abandonados en el campo una vez en desuso.
“Es una cuestión de voluntad política”, ha enfatizado Pastor, quien ha abogado por la creación de un grupo de trabajo que ponga sobre la mesa los problemas de los residuos agrarios “para ir atajando los problemas”.
EL PAPEL DEL AGRICULTOR Y DEL GESTOR
En su opinión, los agricultores podrían hacerse cargo del reciclaje de los residuos que no están gestionados en la actualidad a través del pago de una tasa o bien gestionándolos ellos mismos, y de hecho “tienen muy buena disposición”.
Sin embargo, “se trata de facilitarles la clasificación de los residuos que generan” y en este sentido los sistemas de recogida integrados son la solución “más fácil, sencilla y clara” para que el agricultor cumpla con sus obligaciones, ha recordado Rocío Pastor.
ALGUNOS EJEMPLOS
Se ha referido a la experiencia piloto que Sigfito lleva a cabo en Cataluña para la recogida de trampas de insectos, “una herramienta muy buena desde el punto de vista del medio ambiente, porque capta los insectos en lugar de matarlos”.
Sin embargo, ha matizado, esta trampa “no es un envase y no podemos gestionarla, por lo que reclamamos que se nos conceda autorización para ampliar el sistema con algún acuerdo voluntario”.
Lo mismo ocurre con los posos sobrantes en la elaboración del vino, que se concentra en las cubas y que los agricultores extienden después sobre una lona para separarlo, “por lo que se encuentran con el problema de qué hacer luego con esa lona”, ha añadido Pastor.
“Nuestro espejo es Francia, un país con una agricultura muy potente y desarrollada y una percepción común de ciudadanos, administración y agricultores sobre la necesidad de respetar el medio ambiente a través de soluciones colectivas”, ha señalado.
UNA NORMATIVA MUY RÍGIDA
La directora general de Sigfito ha abogado también por una “flexibilización” de la normativa de gestión de residuos agrícolas, que, a su juicio, es “muy rígida y exagerada de cumplir”.
“Son normas fáciles para una industria grande e incluso para otras que, aún siendo pequeñas, están en un polígono rodeadas de otras empresas, pero difíciles para un agricultor propietario de una pequeña explotación alejada de cualquier núcleo”, ha insistido.
Y entre los retos de la empresa que dirige, Rocío Pastor ha destacado la necesidad de “seguir manteniendo las 17 autorizaciones” en las correspondientes comunidades autónomas, que le permitirá seguir dando el servicio que presta en la actualidad.
En la actualidad, Sigfito recicla el 95,4% de todos los envases de plásticos que recoge y en cuanto a los de papel cartón, un 4,6% de los recogidos se destina a valorización energética, es decir, a su incineración para la recuperación de energía.