España sigue enviando (demasiada) basura a sus vertederos
España es el país europeo que más cantidad de residuos lleva a vertedero cada año. En términos absolutos, es el número uno. Y con una ventaja de más del doble con respecto al siguiente. En Europa no se ve con buenos ojos la afición española a arrojar y enterrar la basura allí donde no se vea. Y no hablamos de vertidos ilegales (unos 200 repartidos por el territorio español, la mayoría de residuos de la construcción), sino de los 111 que están activos en las distintas comunidades autónomas.
En ellos, cada año se vierten 10,4 millones de toneladas de basura que no se puede reciclar, reutilizar o aprovechar de ningún modo. Un 47% del total de residuos (22,15 millones de toneladas) que generamos los españoles. Casi la mitad. Este dato tiene dos lecturas y ninguna es medioambientalmente buena. El reciclaje no termina de despegar en nuestro país y, frente a otros tratamientos, el vertedero sigue siendo nuestra primera opción.
Así lo demuestran la radiografía hecha en la última memoria del Ministerio de Transición Ecológica (MITERD) sobre el tratamiento de residuos urbanos durante el año 2021. Está elaborada con información aportada por las propias comunidades autónomas y actualiza que se tenía hasta ahora, referente al año 2020 y elaboradas por el INE, en las que también se basa Eurostat.
El resultado de la gestión muestra una leve mejoría con respecto a este último año, pero muy tibia. La reutilización y el reciclaje solo registró un aumento del 1,7%; la recogida selectiva algo más (un 10%), pero no supera el 15,6% del total de residuos generados. Estos últimos tampoco descienden a pesar de que la reducción de los mismos es otro de los objetivos fijados por ley. Tras años de concienciación, se puede decir que el mensaje no cala o, al menos, se muestra insuficiente para dar un giro a la situación. La separación de residuos en el hogar, y su posterior recogida selectiva, tiene un más que importante margen de mejora.
«Es hora de ir más allá e incentivar a los ciudadanos que lo hagan bien. Se puede reducir la tasa municipal de residuos a quienes separen y penalizar a quien no lo haga y abuse del contenedor del resto. Eso exige, no solo labores de concienciación, sino de personalización. Los contenedores no pueden estar abiertos; deben estar cerrados y disponer de un sistema de tarjetas identificativas», aporta como idea Carlos Arribas, experto en la materia de la organización Ecologistas en Acción. Mientras en casa la recogida no sea efectiva, el reciclaje será imposible a posteriori y los residuos mezclados tienen un único destino principal: el vertedero. ¿Por qué sigue siendo el rey? El coste y el contexto lo explican.
Por un lado, como apunta Rafael Guinea, presidente de la Asociación de Plantas de Valorización Energética de Residuos (AEVERSU), España tiene mucho terreno disponible para esconder la basura y las plantas de valorización, donde se queman los residuos no reciclables para convertirlos en energía, no han tenido buena prensa. Los datos de la citada memoria señalan solo 11 de ellas en todo el territorio español, frente a los 111 vertederos de gestión municipal que están en activo
«Países como Alemania o Países Bajos, donde hay tradición de tratamiento de residuos, ya están por debajo del objetivo del 10% de envío al vertedero que ha planteado la Unión Europea. Ellos han elevado mucho sus porcentajes de reciclado, pero también se han asegurado de que aquello que no puede ser reciclado acabe en estas plantas de valorización energética», explica Guinea.
En España, los residuos que no son separados (plástico, papel, cartón, vidrio y orgánico, los principales) van mezclados en las bolsas de resto y, si la comunidad cuenta con plantas de tratamiento, pasan un filtro previo antes de ser arrojado al vertedero. «Pero no todas las instalaciones cuentan con estas plantas de tratamiento», apunta Arribas. Pone como ejemplo a Asturias, que ahora cuenta con ella, pero no cuando se elaboró esta estadística. También señala el caso de Madrid, donde el número de plantas es muy insuficiente para el gran volumen de residuos que genera la comunidad, añade
En la memoria del MITERD destaca un dato positivo con respecto al tratamiento que de los residuos hacen estas plantas. Ha crecido un 36% la recuperación de materiales reciclables en ellos y ha descendido un 15% el vertido de residuos sin tratamiento previo. Pero es costoso, complejo y poco eficiente ya que el material que se recupera una vez mezclado no tiene la misma calidad.
La excelencia en el tratamiento es irregular y, por lo tanto, también lo es el vertido. De hecho, la Comunidad Valenciana, junto con Cataluña y La Rioja, son dos de las comunidades que mejor 'nota' sacan en esta materia. Solo estas tres superan el objetivo para 2020 de preparar para la reutilización y el reciclaje más del 50%. ¿Cuál es el secreto?
Carlos Arribas habla sobre el caso catalán. «Llevan muchísimo tiempo haciendo una gestión correcta de los residuos y tomando medidas en la buena dirección: se implantó la recogida selectiva de materia orgánica hace años y más de diez que han establecido el impuesto al vertedero. Eso se nota al final. Eso sí, los datos no son la panacea, tienen margen de mejora», explica.
En el caso de la Comunidad Valenciana, pone como ejemplo el sistema de incentivos que tienen en marcha para los puntos limpios: una tarjeta de puntos que van sumando cada vez que se acude a reciclar (residuos electrónicos, muebles, textiles, etc.), que luego se traduce en rebajas en el impuesto de basuras municipal. Y es que en este punto está el 'quid' de la cuestión para muchos expertos. Como apuntaba Guinea, en España el vertedero «sale muy barato» y es uno de los motivos por los que el país, a pesar de los tirones de orejas de Europa, no trasciende a él.
Pero esto podría tener los días contados. Tanto, que se podría decir que el uso excesivo del vertedero podría estar en un punto de inflexión. Desde el año pasado, el Gobierno aplica el impuesto al vertido introducido por la ley de 2022. 30 euros por tonelada. Con esto, los ayuntamientos empiezan a ser conscientes de que el Gobierno les está marcando el camino a seguir.
«Si usted utiliza mucho el vertedero va a tener que pagar más. Ya en algunos ayuntamientos las tasas de basuras han crecido exponencialmente», avisa Arribas, quien reconoce que no va a ser políticamente popular subir esta tasa a los ciudadanos. En algunos casos, han subido a 200 euros y en otros, por ahora, otros organismos supramunicipales asumen el gasto, al ser imposible para un Consistorio si no se decide a subir el impuesto a sus ciudadanos. «Esto está provocando ya un auténtico revuelo», valora Arribas.
En otros países vecinos han sido más radicales. Guinea recuerda casos en los que el vertido se ha prohibido directamente o, como en Reino Unido, se ha impuesto tal coste a la tonelada vertida que ha obligado a tomar medidas. «Lo que es interesante es que a nivel a nivel de estado se adecúen las herramientas necesarias para que los distintos gestores de residuos tengan ya a día de hoy una prima por hacer las cosas bien y una penalización por hacerlas mal», apunta Guinea, quien destaca el problema medioambiental que acarrea la proliferación de vertederos. Estos tienen que cumplir una normativa: de aislamiento del terreno, de tratamiento de los residuos líquidos contaminados que genera la acumulación de la basura en putrefacción, (lixiviado) e, incluso, de captación del metano que se emite. Pero, como recuerdan los expertos, «hay vertederos con más de 40 años de existencia, previos a las normativas».
Con todo, los problemas medioambientales son arrastrados a lo largo de las décadas. Las emisiones de gases de efecto invernadero es el principal problema que presenta. Sonado fue el caso del pico de emisiones detectado en el mayor vertedero de España, el de Pinto, al sur de la Comunidad de Madrid, que hizo saltar en 2021 las alarmas de los satélites de medición de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y que pusieron a Madrid en el mapa por este triste motivo, junto a los vertederos de Nueva Delhi en India. A pesar de tener plantas de biogás, estas fugas se dan y así lo registraron los sistemas de control espaciales.
Esta complejidad en el tratamiento de los residuos hace que se imponga elevar el porcentaje de reciclaje en origen, problema que señalan todos los expertos como el que hay que resolver, además de encontrar soluciones tecnológicamente posibles y productivas (como la valorización energética) de todo aquello que no se puede reciclar. Junto a todo ello, queda pendiente la reutilización. Un apartado que la citada ley del 2022 contempla y cuyo estancamiento es tal que ni se contempla en la memoria elaborada por el MITERD.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de ABC. Lee el original aquí]