La basura electrónica es preciosa: así se recicla en piezas de joyería
En 2019 tiramos a la basura 53,6 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos. Y vamos a peor. El Global E-Waste Monitor apunta en su último informe que la basura electrónica podría alcanzar los 74,7 millones de toneladas métricas en 2030. El mundo se ahoga en basura electrónica porque compramos demasiado y no reciclamos lo suficiente, lo que supone un grave problema para el medio ambiente.
Sin embargo, algunas pequeñas empresas han empezado a desarrollar en los últimos tiempos estrategias de negocio basadas en el reciclaje de residuos electrónicos utilizando metales procesados de dispositivos como teléfonos móviles, tablets, ordenadores portátiles y consolas. El oro y otros metales preciosos son empleados para fabricar aparatos electrónicos porque son buenos conductores de la electricidad y pueden resistir al desgaste.
La marca de joyas Lylie es un ejemplo de empresa comprometida con el cuidado del medio ambiente, demostrando que se pueden hacer piezas de bisutería de gran valor con materiales procedentes de los residuos electrónicos. El proceso de desmontar los residuos electrónicos, extraer sus metales valiosos y refinarlos da lugar a los llamados metales recuperados, que tienen una huella de carbono menor que la del metal extraído tradicional.
Las grandes firmas también han tomado conciencia. En 2020, la mayor marca de joyas del mundo que más piezas produce, Pandora, anunció que para 2025 todas su bisutería sería fabricada con oro y plata reciclados, en parte de residuos electrónicos. "El reciclaje de productos electrónicos es particularmente bajo. En Europa se recicla solo alrededor del 40% de los residuos electrónicos, y en Asia solo alrededor del 10%", reconocía un informe de la empresa recientemente.
La exdirectora de moda y joyería de Harper's Bazaar en Reino Unido, Kim Parker, apuntaba también al asombroso recurso que supone la basura electrónica y cómo se han convertido en una demanda de los consumidores de joyería. Además, señalaba que parte del problema ha sido tener la tecnología y los recursos para poder refinarla.
La Real Casa de la Moneda, propiedad del Gobierno británico, ya ha conseguido avances en esta dirección. A finales de 2021 anunciaron una asociación con la empresa canadiense Excir para recuperar los metales de la tecnología desechada. Desde el pasado marzo se está construyendo una planta de varios millones de libras en el sur de Gales que se espera que finalice en 2023, con capacidad de procesar hasta 90 toneladas de residuos electrónicos a la semana.
Josette de Vroeg, experta de marketing, se lanzó al mundo de la producción de joyas con su empresa NoWa (abreviatura de No Waste) sin tener experiencia en el campo para poder transformar la basura electrónica en algo duradero. Le costó dos años y 15.000 euros encontrar una fábrica que pudiera reciclar los teléfonos y refinar el metal para poner en marcha el negocio. Ahora vende piezas como una de sus pulseras, de 14 quilates, con un precio de 50 euros. Entre ellas, su pieza más cara es un collar en oro de 14 quilates por 795 euros.
[Esta noticia fue originalmente publicada en Business Insider. Lee el original aquí]