La gestión de la basura en América Latina
Un latinoamericano produce de media entre uno y 14 kilos de basura por día, es decir, hasta la quinta parte del peso promedio de una persona. En conjunto se trata de 430.000 toneladas diarias de residuos sólidos.
Para ponerlo en perspectiva, en Bolivia cada persona genera medio kilo de basura por día, mientras que Trinidad y Tobago lleva la delantera con 14 kilos per cápita. Estos números representan un 60% más del desperdicio que se generaba hace 18 años, pero aún distan mucho de lo sucederá dentro de otros diez, cuando el mundo verá esta cifra casi duplicarse, de acuerdo a estudios del Banco Mundial.
Para muchos expertos, los vertederos que abundan en la región son miles de euros tirados, paradójicamente, a la basura. Si es separada en origen, alrededor del 90% podría ser reconvertido en combustible o reciclado. Cuando no, solo el 30% puede destinarse a otros usos.
Pese a que Latinoamérica está entre las regiones más rezagadas en el reciclaje de basura, empiezan a asomar algunos esfuerzos para darle un destino a los desechos que ayude tanto al medio ambiente como al bolsillo.
Un ejemplo es la experiencia de Ecofrigo en México, que instó a las personas a que devuelvan sus viejos frigoríficos en desuso a las tiendas a cambio de un subsidio. Así se les destruye ecológicamente y se evita que el gas refrigerante escape a la atmósfera y contribuya al efecto invernadero.
También están los rellenos sanitarios en Monterrey o en Callao, Perú, que extraen el biogás que se forma a partir de basura en descomposición para producir energía. Tan solo en el relleno de Callao, se logran reducir 61.024 toneladas al año las emisiones de CO2, lo que equivale a 112 vuelos de Lima a Bogotá.
Brasil, que figura entre los diez mayores consumidores de tabletas electrónicas, está buscando una solución para recuperar el oro, cobre y plata de los residuos tecnológicos. Se calcula que hasta el 90% de un aparato electrónico es reciclable.
Mar del Plata, en la costa Atlántica de Argentina, lleva la bandera en materia de gestión integral de residuos sólidos, que consiste en tratar la basura desde que se genera en los hogares hasta que llega a un relleno o se recicla.
A diferencia de otros destinos turísticos, la “Perla del Atlántico” hace un esfuerzo extra para que los casi cuatro millones de visitantes que se asoman en la temporada de verano, en los meses de diciembre a marzo, adopten una costumbre que más del 70% de los vecinos marplatenses tiene como propia: separar los residuos.
“Creo que es fundamental generar una conciencia ambiental de que todo recurso es finito y va a depender de lo que podamos hacer hoy”, dice Esteban Emiliano, quien vive junto a su mujer y sus cuatro hijos en Mar del Plata.
Durante los meses estivales se genera un 50% más de basura, superando las 900 toneladas de desechos diarios. Para ello, en la rambla y en las playas se han colocado cestos dobles con un contenedor verde para los residuos de vidrio, papel, cartón, metal y plástico secos, y un contenedor negro para residuos húmedos y restos orgánicos. Esto va a un relleno sanitario que, según las autoridades, no contamina el exterior ya que los gases son tratados y el líquido lixiviado es drenado y filtrado para luego ser utilizado en actividades como el riego.
Dar un rol a las comunidades en el reciclaje de desechos es clave, según los expertos. No solo crea conciencia, sino que además ayudará a aliviar el costo del manejo de residuos, el cual se cuadruplicará en los países en desarrollo para 2025.
Ecoportal