La industria del calzado ante su reto verde: contar con sus propias plantas de reciclaje
Las fábricas de calzado deben ir preparándose para contar con plantas propias de reciclaje y propiciar puntos de recogida de materiales usados. Así al menos lo auguran, antes de 2030, expertos en gestión ambiental en vista de cómo progresa la legislación medioambiental en Europa.
Andrés Ferrer, experto en gestión de residuos y adaptabilidad a la transición ecológica en el sector industrial y director ejecutivo de Omawa, considera que las actuales normativas y las futuras leyes europeas, nacionales y autonómicas obligarán al sector entre 2025 y 2030 a desarrollar puntos de recogida selectiva de calzado en desuso y generar sus propias plantas de reciclado y reutilización de material. Desde su punto de vista, los objetivos europeos en materia de sostenibilidad, las exigencias del denominado «Green Deal» de la Comisión Europea y la normativa española, tanto nacional como autonómica, a raíz de la actual Ley de Cambio Climático lo impondrán.
Tanto la Federación de Industriales del Calzado de la Comunidad Valenciana (FiCCVAL) como la Asociación Valenciana de Empresarios del Calcado (AVECALl) ya tienen conocimiento de cómo las regulaciones en materia medioambiental pueden seguir teniendo nuevas consecuencias en sus modelos de negocio. En este sentido, Ferrer señalaba ante un grupo de directivos de la industria del calzado que los objetivos de «clima neutro», la reducción de las emisiones contaminantes, las exigencias del consumidor final como en los canales B2B (business to business, es decir, toda aquella empresa que vende a otras empresas), además del refuerzo para el sector del calzado de la denominada Responsabilidad Ampliada del Productor, motivarán la necesidad de generar sistemas muy parejos a los actuales para residuos ligeros gestionados por la entidad Ecoembes.
En la actualidad, según Ferrer, se está poniendo el foco en el sector textil, con mayor impacto medioambiental con respecto al calzado, que se está viendo obligados a generar sistemas de recogida selectiva de ropa en desuso en el ámbito doméstico. «Esto mismo tendrá que hacer el sector del calzado, cuyo producto genera menos problemas medioambientales, pero es más complejo de reciclar y de separar sus componentes», apunta el mencionado director ejecutivo.
Así las cosas, posiblemente antes de 2030 será inevitable que, por ejemplo, un consorcio de industrias del calzado pague la creación de puntos de recogida selectiva de calzado usado en las ciudades. Es decir, que veamos contenedores solo para depositar zapatos. O que podamos dejar estos en tiendas. También antes de esa fecha, las fábricas de calzado, coaligadas o por separado, podrían empezar a tener sus plantas de reciclaje, ya que vamos hacia la «valorización» de todo tipo de residuos y a que las industrias se adapten para crear zapatos que sean más fáciles de separar por partes para su reaprovechamiento.
Para este experto en materia de gestión ambiental, los cambios de esta quinta revolución industrial «son imparables», como con la cuarta revolución vinculada a la digitalización. Este cambio hacia la sostenibilidad también ha sido acelerado por la irrupción de la pandemia de la COVID. «Y no hay alternativa, adaptarse o dejar el mercado», asegura.
No obstante, Ferrer, según apuntaba en un webinar con industriales del calzado, considera que se trata de una oportunidad de transformación que afortunadamente viene acompañada de una importante inyección de fondos europeos para la transición de las empresas, puesto que la UE pone a disposición de los cambios de la industria el 25% de su PIB, más de 260.000 millones de euros, más el paquete de Bonos Verdes, todos ellos disponibles en los próximos años.
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