Letrinas ecológicas para fabricar abono en Cuba
La mayoría de las personas en Cuba sin acceso a inodoros usan la tradicional letrina, pero ahora asoma una modalidad ecológica y novedosa para el país de este tipo de servicio sanitario para comunidades rurales y poco pobladas.
Ya existen en el este cubano 85 de estos baños secos, como se les llama localmente, gracias a la promoción y apoyo del ecuménico Centro Cristiano de Servicio y Capacitación Bartolomé G. Lavastida (CCSC-Lavastida), que realiza proyectos en esta región y con su sede en la ciudad de Santiago de Cuba, a 847 kilómetros de La Habana.
“Más de 70 por ciento de estos baños están en San Agustín, un poblado de la provincia Santiago de Cuba. El resto se distribuyen entre Boniato y el municipio Santiago de Cuba, de la misma provincia; y el Caney, Babiney y Bayamo, en Granma”, informó el coordinador de Proyectos Sociales del Centro, César Parra.
También conocidas como letrinas aboneras secas son un tipo de instalación sanitaria que permite la recolección separada de la orina y las heces para el uso de estas como abono. Evitan la proliferación de vectores y la contaminación de las fuentes cercanas de agua, a diferencia de la letrina clásica que abunda en el área rural cubana.
“Para nosotros ha sido de buen beneficio porque (esta letrina) no contamina, ahorra mucha agua y nos asegura un fertilizante natural”: productora rural Marislennys Hernández.
“Replicamos en el oriente el trabajo pionero de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ)”, reveló Parra, veterinario de profesión, durante un intercambio sobre permacultura entre productores de la región, celebrado en este pueblo de Babiney, en la provincia de Granma.
La FANJ introdujo hace un quinquenio los baños secos en Cuba dentro de la permacultura, un sistema que combina asentamientos amigables con la naturaleza y fincas sostenibles. Además propició la construcción de otros 30 retretes distribuidos en las provincias de Sancti Spíritus, Camagüey, Matanzas, Cienfuegos y la periferia de La Habana.
“Al principio las personas estaban escépticas, pero han visto las grandes ventajas de estas letrinas como la no contaminación de los pozos cercanos a sus casas”, abundó Parra. “La sanidad del agua mejoró según estudios realizados en los lugares donde se han instalado”, especificó.
La aceptación ha sido tanta que “el CCSC-Lavastida no tiene la capacidad de construcción, recursos ni personal para atender todas las solicitudes de baños secos” mediante proyectos que aportan los materiales y la mano de obra especializada.
En la actualidad, la organización prioriza a las familias campesinas sin servicio de alcantarillado que viven cerca de ríos y pozos. Y en las ciudades beneficia a los hogares que mantienen huertos y pequeñas parcelas.
De los 11,2 millones de habitantes de Cuba, 94,3 por ciento tenía en 2012 acceso a saneamiento de las aguas servidas.
Con alcantarillado se beneficiaba 35,8 por ciento de la población y 58,5 por ciento usaba fosas sépticas y letrinas. Estas contaminan las fuentes cercanas de agua con heces y orina, lo que empeora si están mal construidas yo carecen de limpieza adecuada.
Según los últimos datos aportados por el estatal Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, 79,9 por ciento de los 2,5 millones de la población rural cuentan con fosas y letrinas mientras 16,8 por ciento carece de cualquier instalación sanitaria.
A nivel mundial, 2.500 millones de personas carecen de retretes adecuados y 1.000 millones son forzadas a la insalubre práctica de defecar al aire libre o en el agua, según la Organización de Naciones Unidas.
En un territorio salpicado de elevaciones como la Sierra Maestra, la mayor cordillera de Cuba, una parte significativa de la población oriental reside en las montañas y otras áreas rurales.
Y la sequía azota a las provincias de Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, que componen la región con el menor índice de desarrollo nacional.
“Los baños secos no gastan agua”, explicó Demas Rodríguez, pastor de la Iglesia Bautista en Babiney. “Son una experiencia nueva para nosotros, por eso la iglesia tiene la responsabilidad de enseñar a la comunidad cómo usarlos y sus beneficios”, informó el líder religioso, que lleva una década en la localidad.
Los usuarios de las letrinas aboneras deben echar aserrín, ceniza o cal en la cámara para las heces al final de cada deposición, mientras la orina se colecta en otro departamento para recibir manejos en busca de urea para fertilizar.
“La separación de los líquidos y los sólidos no crea olores fuertes”, aseguró Rodríguez mientras mostraba a IPS la primera letrina abonera erigida en Babiney, en la vivienda de la familia Figueredo-Cruz.
“Casi se termina otro baño seco y cuatro familias más de aquí están reuniendo los materiales para hacerlos”, acotó Leonardo R. Espinoza, un albañil de este poblado que construye letrinas secas aboneras y plantas de biogás para los beneficiarios de los proyectos del CCSC-Lavastida.
“En cuestiones de material, hacer el baño seco resulta caro porque exige al menos un metro cúbico de arena, 160 bloques u 800 ladrillos, seis sacos de cemento y 14 metros de acero”, enumeró.
De acuerdo con los precios más bajos de los materiales de la construcción en Cuba, se necesita un mínimo de 80 dólares para la obra, monto que aumenta si se enchapa con lozas para mejorar la higiene.
Con bloques y hormigón armado, Espinoza construye para la colecta de las deposiciones un cajón de 60 centímetros de altura y sin drenar al terreno. “El tamaño total se calcula a partir de la cantidad de usuarios del baño”, detalló. Sobre la cámara se coloca una taza especial, con una división interna para separar la orina y las heces.
Cuba no fabrica estos inodoros. El CCSC-Lavastida los importó de México hasta que logró un molde artesanal para fundir con hormigón tazas más baratas y resistentes. Si la economía del usuario lo permite, pueden incluso cubrirse con losetas de cerámica.
“En algunas casas con elevación de los cimientos sobre el suelo, el baño seco puede estar dentro para el mejor acceso de las personas de avanzada edad o con discapacidad”, abunda Espinoza. “Pero por lo general se construyen fuera de la vivienda y requieren de hasta cuatro escalones para entrar al servicio”, continuó.
Otros diseños completan el cuarto de baño con una ducha.
La agricultora Marislennys Hernández, de 32 años, desconocía los baños secos hasta que se sumó al movimiento de la permacultura. Ella usufructúa junto a su esposo, Leonel Sánchez, la finca ecológica agropecuaria La Cristina, de 32 hectáreas, en la localidad rural de El Castillito, también en Santiago de Cuba.
“Para nosotros ha sido de buen beneficio porque no contamina, ahorra mucha agua y nos asegura un fertilizante natural”, dijo a IPS.
“Hace tres años pudimos construirlo (el baño ecológico) dentro de la casa y enchapado completo, hasta las paredes y el suelo”, comentó. “Debe recibir más promoción entre los campesinos”, opinó esta productora.
Ecoportal
Centro Cristiano de Servicio y Capacitación Bartolomé G. Lavastida