Los buenos resultados de las "islas de reciclaje" escolares avalan la extensión del programa a nuevos centros
La experiencia ha sido calificada como plenamente satisfactoria por todas las partes y desde todas las dimensiones, constatando el elevado interés de la comunidad educativa hacia un tema tan sensible como es la protección del medio ambiente y, más concretamente, hacia la gestión y tratamiento de los residuos urbanos.
Además de reforzar los conocimientos adquiridos, la experiencia ha permitido a los colegios entender con mayor precisión la importancia ambiental y económica del reciclaje, sólo viable si existe un trabajo previo por parte de la ciudadanía.
Marco de referencia
La idea partió de los propios centros tras el lanzamiento, por parte de Sogama, de la campaña “Convírtete nun superheroe da reciclaxe”, a través de la cual se proporcionaban las claves para llevar a cabo una adecuada segregación de residuos en origen. Si bien las escuelas valoraron de forma positiva esta actuación, lo cierto es que un buen número de docentes manifestaron que era insuficiente, toda vez que los alumnos no podían llevar a la práctica escolar lo aprendido, resultando un proceso ineficaz.
La empresa tomó buena nota y decidió poner en marcha, de forma experimental, un proyecto denominado “islas de reciclaje” al que finalmente se adscribieron los siguientes centros: por la provincia de A Coruña, los Ceip Emilio Navasqüés de Outes, Areouta de Fisterra, Cristo Rey y San Xoán de Filgueira de Ferrol, y la EFAG Fonteboa de Coristanco; por la de Lugo, el colegio O Salvador de A Pastoriza y Cervantes de Lugo; por la de Pontevedra, los Ceip de Oca, en A Estrada, y As Covas de Meaño; y por la provincia de Ourense, el Colegio Vila do Arenteiro de O Carballiño.
Medios Materiales
A fin de planificar y organizar las distintas acciones a llevar a cabo, se nombraron coordinadores del proyecto en cada centro para que sirvieran en todo momento de hilo conductor entre Sogama y la comunidad educativa, dando traslado de los conocimientos necesarios para que los buenos hábitos adquiridos en la escuela tuviesen continuidad en los hogares.
A partir de ahí se diseñó un plan de seguimiento y evaluación continua en el que se incluyeron encuestas, entrevistas y reuniones periódicas con las que realizar las correcciones y ajustes necesarios que permitiesen alcanzar los objetivos propuestos.
A principios de este año, los colegios recibieron los contenedores ecológicos que conformarían las islas de reciclaje. Uno amarillo, para los envases de plástico, latas y briks; otro azul, para el papel y cartón; y un tercero de color verde, destinado a acoger los restos orgánicos y no reciclables.
Con una capacidad para 120 litros y fabricados en su integridad a partir de caña de azúcar, permitiendo de esta forma disminuir la huella ecológica que conllevaría su fabricación tradicional con plástico no biodegradable, los recipientes se colocaron en su mayor parte en los patios de los centros, disponiendo en todos los casos de sistemas de anclaje y seguridad con los que evitar su desplazamiento por el viento. Además, aquellos que contaban con servicio de comedor se les entregó un compostador para que pudiesen fabricar compost a partir de la materia orgánica generada y utilizarlo posteriormente como fertilizante natural en sus jardines y huertos.
Asimismo, y con la intención de que la segregación de residuos estuviese presente en el transcurso de las propias clases y fuese visualizada como elemento común a todas las asignaturas, las aulas fueron dotadas con lotes de bolsas reutilizables de colores.
Formación y logística
Tras el lanzamiento oficial de la iniciativa, los coordinadores de los distintos colegios recibieron un curso de formación en el complejo medioambiental de Sogama en Cerceda, que se complementó con la edición de diverso material divulgativo, dándoles la oportunidad de realizar un recorrido guiado por las instalaciones que lo conforman.
No obstante, la acción formativa por excelencia para los alumnos vino de la mano del juego gigante de los residuos, soporte de gran proyección pedagógica, toda vez que facilita, de una forma lúdica y divertida, el aprendizaje de los pormenores de la gestión de los desechos y el papel que la ciudadanía debe desempeñar en el proceso. Monitores especializados fueron los encargados de explicar con detalle el principio de las tres erres (reducción, reutilización y reciclaje), así como el cometido de Sogama desde la dimensión industrial, corporativa y social.
Para resolver la logística que implicaba el vaciado de los recipientes, los centros diseñaron su propio modus operandi. En unos casos, eran los estudiantes mayores quienes, bajo la supervisión de sus profesores y después de que los pequeños hubiesen depositado en las islas de reciclaje la basura procedente de las bolsas de recogida selectiva, se responsabilizaban de descargar el material en los contenedores habilitados en la vía pública. En otros casos, esta labor recaía en los propios directores y profesores, o bien en los conserjes y servicios de limpieza.
La prueba definitiva
La evaluación final del proyecto llegó de la mano de las caracterizaciones de los diferentes contenedores, determinando así la calidad del material depositado en los mismos. El muestreo de los recipientes amarillos desvelaba un porcentaje medio de impropios del 7,86 por ciento, que descendía hasta el 7,46 por ciento en el caso del verde genérico y al 6,01 por ciento en el recipiente azul.
Todo un éxito teniendo en cuenta que la media de impropios en el contenedor amarillo de los ayuntamientos de la comunidad gallega supera el 30 por ciento, siendo el recipiente que origina más confusión debido a la creencia arraigada de que en el mismo se introducen los plásticos en general, cuando realmente sólo debe acoger los envases y envoltorios de plástico, las latas y los briks.
En el caso del azul, la mayor parte de los errores se debían al depósito de pañuelos y servilletas de papel usadas, cuando su destino debe ser el verde convencional.
SOGAMA
Cerceda, A Coruña