Los criterios ESG han venido para quedarse en la sostenibilidad empresarial
A menudo, las grandes transformaciones ocurren sin que la corriente general de opinión sea consciente de ellas. Los cambios capaces de hacer evolucionar la sociedad suceden en ocasiones fuera de los focos, y eso es lo que está pasando con la irrupción de la responsabilidad ambiental, social y de gobernanza en la estrategia corporativa de empresas de todo el mundo.
El término ESG no ha calado todavía en el conocimiento popular, pero está afectando notablemente al mundo empresarial. ESG son las siglas en inglés de Environmental, Social and Governance, o dicho en español, Ambiental, Social y Gobierno Corporativo (ASG por las siglas en español). Se le conoce también como información NO financiera. Es decir, ya no se trata solo de números y balances de cuentas, sino de valores intangibles… que no lo son tanto, porque se pueden medir también.
El concepto de sostenibilidad no es nuevo. Sin embargo, va ganando relevancia a medida que se hacen patentes los impactos de las actividades humanas en el medio ambiente y se percibe las implicaciones que tiene en los riesgos empresariales y los problemas en materia de bienestar social. Por eso, los criterios ESG están adoptando un papel central en las estrategias de las organizaciones y de forma notable en las del sector financiero, que los ha incorporado como clave para estimular las iniciativas enfocadas al bien común.
“Ya sea por la demanda de los inversores, la regulación normativa o el deseo de promover la creación de valor sostenible, ahora existe la expectativa de que las empresas integren las cuestiones ambientales, sociales y de buen gobierno […] en su estrategia, filosofía e informes corporativos”, explica el estudio Reporting ESG elaborado en 2021 por PWC junto al Centro de Gobierno Corporativo de ESADE.
Lo explicaba de forma bien nítida David Taylor, presidente y ex CEO de Procter & Gamble, una de las grandes multinacionales de productos para el hogar con un portfolio de un centenar de marcas: “Lo que ha cambiado desde hace, digamos, 10 años, es que el consumidor ahora quiere saber los valores de la empresa que está detrás de las marcas que compra. Eso se está volviendo cada vez más importante, especialmente para los consumidores más jóvenes”. “Además, lo que se debe hacer para ser considerado ‘bueno’ ha cambiado drásticamente”, añadía Taylor.
Environmental, Social and Governance son tres elementos situados ya en las estrategias empresariales y que están provocando un cambio en los procesos internos de las compañías, en la definición de lo que ellas mismas son y en la medición y reporte del impacto que su actividad tiene en la sociedad y en los ‘stakeholders’ o grupos de interés. También, sin duda, en el relato relacionado con su marca y la interlocución con la sociedad en su conjunto. El buen o mal desempeño de una compañía respecto a los criterios ESG representa ya un riesgo reputacional más que debe ser gestionado del mismo modo que se lleva a cabo con otros de control más tradicional, como el financiero, el operativo o de la ciberseguridad.
En ese sentido, el citado informe de PWC y ESADE afirma: “Surgen oportunidades claras para aquellas empresas que adoptan un enfoque proactivo y riesgos evidentes para las que no lo hacen. Las empresas que adopten un enfoque proactivo no sólo podrán establecerse como líderes en el mercado, sino que también podrán beneficiarse de un mayor acceso a la financiación y capital y los rendimientos asociados con ese acceso”. “Las expectativas sobre lo que los actores corporativos deben hacer en estos asuntos continúan evolucionando, lo que significa que las medidas que alguna vez se consideraron innovadoras se ven ya como la norma para las empresas responsables”, afirma por su parte el Informe de Tendencias 2022 elaborado por The SustainAbility Institute, centro vinculado a la consultora londinense de sostenibilidad ERM.
Medir la huella de carbono, reducir emisiones, velar por el efecto que las acciones propias tienen sobre el bienestar social, acompañar a los proveedores para una mejora de su rendimiento en sostenibilidad, potenciar el buen gobierno propio y ajeno… son asuntos que las empresas tienen cada vez más en cuenta. ¿Qué implica cada una de estas dimensiones?
- La E de Environmental engloba el efecto que la actividad de las empresas tiene en el medioambiente, de forma directa o indirecta.
- La S de Social incluye el impacto que una determinada empresa tiene en su entorno social, en la comunidad.
- La G de Governance alude al gobierno corporativo de la empresa, por ejemplo, a la composición y diversidad de su Consejo de Administración, las políticas de transparencia en su información pública o sus códigos de conducta. También incluye la relación con proveedores.
En ocasiones, ESG se asocia de forma inmediata a las cuestiones ambientales, como los riesgos e impactos del cambio climático, la escasez de recursos o el impacto sobre el capital natural. Siendo realmente un elemento esencial de las preocupaciones corporativas y de las valoraciones empresariales de riesgo, desde luego no lo son todo. El concepto ESG va mucho más allá y cubre cuestiones sociales, como la gestión de los recursos humanos o materias de igualdad, y también del gobierno corporativo y la ética empresarial.
La información no financiera cuenta con un respaldo normativo de reciente aprobación que está contribuyendo decisivamente a su avance. Y es que las leyes españolas obligan ya a las empresas a informar sobre el grado de cumplimiento de los criterios ESG. A finales de 2018 se publicó en el BOE la Ley 11/2018 de Información no Financiera y Diversidad (LINF). Con ello se finalizaba el proceso de trasposición al ordenamiento jurídico español de la Directiva 2014/95/UE del Parlamento Europeo y del Consejo referida a estas cuestiones y que es hoy por hoy una de las más avanzadas del mundo.
La Ley de Información no Financiera y Diversidad obligó en un primer momento a las empresas de más de 500 empleados. Desde el 1 de enero de 2022, todas las empresas con más de 250 empleados (como medida general puesto que la ley incorpora muchos otros parámetros que implican a buena parte del tejido empresarial del país) tienen la obligación de presentar esta información no financiera en España y por tanto deben reportar sobre sus avances en ESG. Para saber más sobre este marco jurídico puede consultarse por ejemplo la guía elaborada por KPMG.
La implementación de la directiva europea y de la propia ley española ha coincidido con los dos años de pandemia de coronavirus. Esto ha influido notablemente en que hayan ganado valor los aspectos de salud, seguridad laboral y compromiso social como reacción de compromiso empresarial ante los efectos de la crisis en la sociedad.
Un trabajo de referencia para entender el avance del ESG en España es el que lleva a cabo Forética sobre la agenda de sostenibilidad. Según su último informe, recién presentado, “se consolida la tendencia de incremento de la importancia estratégica de la ‘S’ Social”. “Lo vemos, tanto desde el punto de vista de la demanda, con inversores, legisladores y consumidores cada vez más exigentes con los datos, información y compromisos sociales de las empresas; como desde el punto de vista de la oferta (reacción de las empresas a estos retos y oportunidades)”, destaca Ricardo Trujillo, mánager de Impacto Social y director de Capital Humano de Forética.
Entre las tendencias sociales más destacadas para este año, se encuentran la importancia de profundizar en la acción empresarial en salud y sostenibilidad con foco en la salud mental, reforzar la capacidad de generar competitividad en las organizaciones a través de la gestión del talento para alcanzar una transición justa de los más vulnerables en términos de empleabilidad y potenciar el papel de las empresas en la transformación social ante el reto que suponen las brechas de desigualdad, explica el informe de Forética.
En ese sentido, otro reciente estudio señala que los criterios ESG se están consolidando en las empresas españolas de forma acelerada, y, que las compañías son conscientes de la importancia de incorporar la sostenibilidad en sus agendas, dando importancia destacada al elemento social, a la promoción laboral e igualdad de oportunidades en el ámbito laboral y, al mismo tiempo, la preocupación por el impacto en la comunidad de su actividad.
Estos resultados conectan también con la interpretación cualitativa que hacen los implicados: los altos directivos encuestados aseguran que la dimensión social de la sostenibilidad está viviendo un repunte. Puede que el término criterios ESG o información no financiera sea poco conocido para el gran público, pero sin duda, es algo que está ahora mismo, influyendo de forma importante y positiva en nuestras vidas.
[Este contenido procede de El Ágora. Lee el original aquí]