Los marcos jurídicos desactualizados como barrera para una transición justa en la UE: propuestas para su reforma

Históricamente, los debates en torno a las transiciones “gemelas” ecológica y digital de la UE se han centrado en mitigar los efectos negativos de las transiciones en los trabajadores, ya sea por las perturbaciones tecnológicas o por las políticas climáticas, en lugar de configurar de forma proactiva el futuro del trabajo.
Las protestas generalizadas de los agricultores del año pasado, que se dirigieron contra las regulaciones medioambientales, entre otras cosas, demostraron que la Unión Europea (UE) a menudo no ha conseguido ganarse a los trabajadores. También existen tensiones similares en áreas más digitalizadas, particularmente cuando se trata de regular el uso de sistemas de inteligencia artificial utilizados para tomar decisiones de alto riesgo en contextos laborales.
Sin embargo, no tiene por qué ser así. Una regulación laboral sólida y reflexiva puede garantizar que el europeo medio no sólo esté protegido o compensado de las consecuencias de las transiciones, sino que también obtenga sus beneficios. La propia Comisión Europea lo reconoce al hablar de hacer que las transiciones sean “justas”. Para citar una declaración de la Comisión de 2022, “las transiciones gemelas serán justas o no serán”.
Sin embargo, esto es más fácil decirlo que hacerlo, ya que algunas rigideces profundamente arraigadas en la normativa laboral europea se interponen en el camino de la implantación de modelos de trabajo modernos. Existe un conflicto entre el deseo de modelos de trabajo modernos y respetuosos con el medio ambiente y la cruda realidad de los anticuados marcos jurídicos europeos.
Esta falta de orientación jurídica clara significa que incluso las empresas más responsables y los directivos más innovadores pueden dudar a la hora de probar nuevas formas de trabajo. La naturaleza cambiante del trabajo exige un entorno regulador que pueda adaptarse a estos cambios sin sacrificar la protección de los trabajadores, la competitividad digital ni la integridad medioambiental.
Mi reciente documento de trabajo del Joint Research Center de la UE demuestra cómo un marco jurídico más adaptable podría fomentar modelos de trabajo innovadores que se ajusten mejor a los objetivos de sostenibilidad. En él se destacan tres áreas críticas en las que la regulación laboral no protege a los trabajadores modernos:
- El trabajo en línea, híbrido y asincrónico.
- Acuerdos “no convencionales” que se alejan del típico empleo estándar a tiempo completo y dependiente del espacio.
- La falta de participación en los procesos de toma de decisiones por parte de los trabajadores afectados por la transición ecológica y la transformación digital.
- El primero de estos dos puntos está estrechamente relacionado con la adopción del trabajo a distancia y la economía bajo demanda (gig economy), pero también abarca muchas otras formas de trabajo, desde los trabajadores agrícolas hasta los autónomos y los trabajadores por cuenta propia. El último punto depende de que los trabajadores estén representados por organizaciones laborales, como los sindicatos.
Las ventajas del trabajo en línea e híbrido
Reducir y redistribuir las horas de trabajo no sólo puede mejorar el equilibrio entre la vida laboral y personal y el bienestar de los empleados, sino también abordar cuestiones como la desigualdad de género. Al adoptar horarios y entornos de trabajo basados en la confianza, las organizaciones pueden aprovechar la tecnología para satisfacer mejor las necesidades individuales y reducir las presiones sobre la fuerza laboral.
Estos modelos también son respetuosos con el medio ambiente. Acortan y reorganizan las horas de trabajo, reduciendo así la huella de carbono y el consumo de recursos del desplazamiento diario masivo.
Además, transformar el espacio y el tiempo de trabajo puede aumentar la productividad ajustando los flujos de colaboración, la duración del trabajo, la programación, la carga de trabajo y la intensidad. Las investigaciones han demostrado que una semana laboral de cuatro días, especialmente una optimizada con herramientas digitales, mejora la concentración y la productividad durante las horas de trabajo.
Con las protecciones adecuadas para los trabajadores, los patrones de trabajo escalonados también pueden eliminar ineficiencias frustrantes, como las reuniones innecesarias.
Las modalidades de trabajo asíncrono, que permiten una mayor flexibilidad en cuanto a cuándo y cómo se realizan las tareas, pueden ayudar a abordar retos como el subempleo y las horas de trabajo excesivas. Desvincular el rendimiento laboral de los horarios lineales y las ubicaciones fijas significa que los empleados pueden gestionar sus responsabilidades de forma más autónoma, trabajando a su propio ritmo y en sus propios términos.
Si se hace bien, el trabajo flexible fomenta sin duda un equilibrio más saludable entre la vida profesional y personal, y promueve un entorno de trabajo más inclusivo.
Protección para “todos los que trabajan”
Los marcos laborales existentes en Europa se basan en clasificaciones binarias rígidas y, por lo tanto, tienen dificultades para adaptarse a modalidades de trabajo dinámicas y modernas. En particular, la distinción tradicional (si no anticuada) entre empleo y trabajo por cuenta propia se está difuminando cada vez más con el auge de las nuevas tecnologías.
Por lo tanto, nuestros regímenes jurídicos actuales pueden obstaculizar, en lugar de ayudar, la adopción de nuevos modelos de trabajo que podrían reducir la huella de carbono y aprovechar al máximo las herramientas digitales.
Los trabajadores que se encuentran fuera de los límites convencionales de tiempo y espacio de un trabajo de oficina de nueve a cinco (como los autónomos, los trabajadores a distancia y los trabajadores por encargo) tienen menos probabilidades de estar protegidos por la normativa vigente. Pueden estar expuestos a exceso de trabajo, autoexplotación y agotamiento, con consecuencias para la salud mental y física.
Esto significa que los patrones de trabajo potencialmente sostenibles quedan vulnerables. Las nuevas formas de trabajo más respetuosas con el medio ambiente no siempre encajan perfectamente en las definiciones legales existentes de empleo. Por lo tanto, es urgente que la legislación evolucione para apoyar estos patrones laborales, sin sacrificar las protecciones para los propios trabajadores.
El mayor cambio potencial sería que la legislación de la UE disminuyera la importancia del estatus contractual en las leyes de protección de los trabajadores. Esto extendería los derechos a todos los trabajadores, independientemente de cómo se clasifique formalmente su trabajo. Varias decisiones legales y judiciales recientes ya han empezado a allanar el camino para esta protección más amplia, que reconoce los derechos de “todos los que trabajan”.
No hay transición sin participación
Los procesos de toma de decisiones pasan por alto el hecho de que la reestructuración significativa del trabajo requiere la participación de los trabajadores. Al involucrar activamente a organismos de representación como los sindicatos en el proceso de toma de decisiones, podemos garantizar que la modernización de los lugares de trabajo no sólo sea tecnológica y medioambientalmente sólida, sino también socialmente equitativa.
Un enfoque participativo también evita que los esfuerzos medioambientales y tecnológicos se traten como categorías separadas, lo que puede diluir su impacto. A través de una participación genuina, los sindicatos y otras organizaciones laborales pueden desempeñar un papel clave en el apoyo a las transiciones ecológica y digital, y en hacerlas justas para los trabajadores.
Dar voz a los trabajadores también es vital para obtener apoyo político. Si los trabajadores sienten que están siendo representados de manera justa, será mucho más probable que apoyen nuevas leyes y medidas.
Existe una gran cantidad de iniciativas enfocadas en combinar el desarrollo tecnológico de vanguardia con el bienestar de los trabajadores y los objetivos ecológicos. Entre ellas se incluyen nuevos modelos de IA construidos en torno a la “gobernanza algorítmica participativa”, que tratan el bienestar de los trabajadores como un objetivo a optimizar, al igual que el rendimiento o la productividad.
En particular, varios sindicatos también están empezando a integrar la acción climática y la transformación digital en sus objetivos. Abogan por programas de reciclaje profesional, la ampliación de las protecciones sociales y las inversiones en sectores que proporcionan trabajo decente y promueven el desarrollo sostenible.
[Este contenido procede deThe Conversation Lee el original aquí]