La Estrategia de Bioeconomía de la UE desempeña un papel fundamental en la estabilidad futura de la economía de la UE, al promover el uso sostenible de los recursos naturales para el suministro de alimentos, energía y materiales, a la vez que fortalece la independencia y la competitividad europeas en materia de recursos. Sin embargo, la situación actual de la bioeconomía presenta importantes desafíos: el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la inversión insuficiente en instalaciones de compostaje y biogás, y las prácticas insostenibles de gestión del territorio amenazan la capacidad de Europa para la transición hacia una bioeconomía circular, regenerativa y competitiva.

En respuesta a estos desafíos, la Comisión Europea ha propuesto una actualización de la Estrategia de Bioeconomía de la UE como parte del Pacto Industrial Limpio de la UE. Municipal Waste Europe (MWE),  la Red Europea de Compostaje (ECN)  y la Asociación Europea de Biogás (EBA)  apoyan esta propuesta, que representa un paso importante hacia el logro de una bioeconomía circular en Europa. 

Una deficiencia notable en la versión de 2018 de la Estrategia de Bioeconomía de la UE fue la ausencia de los biorresiduos como componente clave. El potencial de los biorresiduos para contribuir a la economía circular de la UE aún no se ha aprovechado plenamente. La actualización de 2025 de la Estrategia de Bioeconomía  debe incluir una sección específica sobre la gestión de biorresiduos, con el fin de acelerar la instalación de infraestructuras para una adecuada capacidad de recogida y tratamiento por separado en la UE, aprovechando plenamente el potencial de los biorresiduos como materia prima esencial para las soluciones de bioeconomía circular. 

La concentración de biorresiduos para la digestión anaeróbica y el compostaje puede ayudar a Europa a abordar varios problemas urgentes. En primer lugar, reduciría el impacto ambiental del vertido y la incineración. En segundo lugar, proporcionaría un mayor suministro de energía renovable y fertilizantes orgánicos circulares , es decir, fertilizantes orgánicos reciclados y enmiendas orgánicas del suelo, contribuyendo así a la autonomía energética y de fertilizantes de la UE , a la vez que produce valiosos fertilizantes de origen biológico, como el digestato y el compost. Estos productos pueden sustituir a los fertilizantes químicos de alto consumo energético, mejorar la salud del suelo y reducir la dependencia de Europa de los recursos importados.

Ampliar la bioeconomía circular basada en biorresiduos en Europa también generaría importantes beneficios económicos y sociales. Impulsaría la creación de empleo en múltiples sectores, como la gestión de residuos, la producción de energías renovables y la agricultura, a la vez que fortalecería la posición de Europa en la economía verde global. Para materializar este potencial es necesario recopilar datos adicionales de alta calidad sobre biorresiduos, impulsar las inversiones, abordar las barreras del mercado, establecer una lista de buenas prácticas y establecer un entorno político propicio que facilite la transición de los biorresiduos a la bioeconomía.

Las tres asociaciones instan a la Comisión Europea y a los Estados miembros a incrementar las inversiones, eliminar las barreras regulatorias y movilizar la acción local para convertir los biorresiduos en un verdadero catalizador para la bioeconomía circular de Europa.

El documento conjunto establece cuatro recomendaciones clave: