Más de 460.000 millones de euros en ropa van a la basura cada año
Un total de 130 empresas de la industria de la moda global se han comprometido a reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de aquí a 2030 en la pasada COP26 de Glasgow. El anuncio supone que el sector se compromete a elevar en 20 puntos porcentuales su anterior promesa para contribuir como actor principal a atajar el crecimiento de la temperatura global a consecuencia de la actividad humana y limitar ese aumento a 1,5 °C de aquí a mitad de siglo. Las empresas de moda se alinean así con el Acuerdo del Clima alcanzado en París hace ya seis años.
Entre estas 130 firmantes de la Carta de la Industria de la Moda para la Acción Climática figuran grandes grupos de moda, entre ellos los españoles El Corte Inglés, Inditex y Mango, pero también otras firmas internacionales como Burberry, H&M, Kering, Chanel, Nike, Decathlon, Levi Strauss and Co. y Puma; así como proveedores como Crystal Group o TAL Apparel.
España contaba en 2019, antes de la irrupción del COVID, con 6.643 empresas del sector textil, que facturaron 6.069 millones de euros, y otras 9.206 en el sector de la confección, cuya cifra de facturación ascendió a 4.526 millones de euros, según datos del Informe Económico de la Moda en España. Sin embargo, este boyante sector es consciente de su impacto antropogénico en el clima. De hecho, a nivel mundial es uno de los principales contaminantes. Por ejemplo, un estudio de la Fundación Ellen McArthur señala que para fabricar un solo pantalón vaquero se emiten a la atmósfera 13 kilos de dióxido de carbono, se emplean unos 2.000 litros de agua, 10 litros de productos químicos y tintes. Una vez en casa del consumidor, durante su vida útil, el ‘jean’ gastará unos 1.000 litros de agua en lavados, además de la energía de la lavadora y la plancha. Si este pantalón termina en un vertedero, la degradación de su algodón puede durar unos cinco meses, pero, si es de poliéster, ese proceso se prolongará hasta 200 años.
El valor de la ropa desechada ronda los 460.000 millones de euros anuales. Un reciente informe del Marketplace de ropa Zalando, asegura que menos del uno por ciento de toda la ropa de segunda mano que se recoge para buscarle una segunda vida se recicla para confeccionar nuevas prendas. El estudio ‘It takes two: cómo la industria y los consumidores pueden cerrar la brecha actitud-comportamiento en lo relativo a la sostenibilidad en la moda’ denuncia así que la industria “no cumple con los requisitos de los consumidores en sus demandas de economía circular”. No obstante, admite también que apenas el 23% de los consumidores repara sus prendas pese a que el 63% de los compradores de ropa desearía que su ropa tuviera una nueva vida tras desprenderse de ella, de media, entre siete y 10 años después de adquirirla. De ese modo, el margen de actuación del sector es enorme, como lo es también el de la actitud de los consumidores, que han de conocer el impacto global que conlleva su opción de compra.
La misiva del sector presentada en la COP26 llama a las empresas a establecer objetivos basados en la ciencia y a reducir a la mitad sus emisiones para 2030, con el compromiso de alcanzar las cero emisiones netas a más tardar en 2050. Se trata de una actualización del objetivo anterior (manifestado en la COP25) de reducir un 30% las emisiones totales de gases de efecto invernadero para 2030.
El copresidente del Comité de Dirección de la Carta de la Industria de la Moda, Stefan Seidel, ha subrayado que se trata de un "hito importante" para la Carta de la Moda porque eleva su nivel de ambición para poder alinear el esfuerzo del sector con el objetivo de 1,5 °C. "Es una señal de que tenemos que colaborar estrechamente con nuestros colegas, nuestra cadena de suministro, los responsables políticos y los consumidores para encaminarnos hacia el nivel cero", ha manifestado. A este compromiso añaden su voluntad de obtener en 2030 el cien por cien de su electricidad de fuentes renovables, a producir con materias primas respetuosas con el medio ambiente y eliminar de manera progresiva el carbón en la cadena de suministro en esta década.
El cambio de los compradores ha comenzado, según considera la escuela de negocios TBS en Barcelona, cuya corresponsable del 'track' en Fashion & Luxury Marketing, Cristina Proença, ha manifestado que el consumidor se preocupa cada vez más por que el origen de los materiales sea sostenible, además de que las piezas sean más versátiles y con acabados sólidos. “Esta apuesta concuerda con la consciencia que la industria de la ropa se ha convertido en los 10 últimos años en la segunda más contaminante del mundo, justo por detrás de la petroquímica, siendo responsable del seis por ciento de las emisiones globales de CO₂”, destaca. La consciencia sobre los efectos ambientales de la industria de la moda es cada vez mayor, especialmente en los consumidores del segmento del lujo, donde el 60% prefiere empresas preocupadas por su responsabilidad social corporativa, algo que hace ocho años no preocupaba ni a la mitad de ellos.
[Este contenido procede de El Confidencial. Lee el original aquí]