No solo pélets: unos 1.500 contenedores de carga caen al mar cada año
La llegada de pellets a las costas españolas es solo la última consecuencia de un problema que es más común de lo que pensamos, la caída de contenedores marítimos al océano durante su transporte. Poco antes de Navidad, comenzaron a llegar a algunas playas del norte de Dinamarca televisores, sandalias y neveras. Provenían de 46 contenedores que se cayeron, a causa de un temporal, del barco que los transportaba. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Transporte (UNCTAD), calcula que más del 90% del comercio mundial se transporta por el océano y cada año, más de 250 millones de contenedores se transportan por rutas marítimas.
Según datos del World Shipping Council, la asociación empresarial que reúne a las grandes navieras a nivel mundial, responsables de aproximadamente el 90% del mercado, en 2022 661 contenedores cayeron al mar durante su transporte. La asociación comenzó a realizar este estudio en 2008 y desde entonces cada año se han perdido, de media, al año, 1.566 contenedores en el océano. Hay otras fuentes, como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA por sus siglas en inglés), que en algunos informes sugieren que esta cifra podría incluso llegar a los 10.000 contenedores perdidos al año.
Las causas por las que los contenedores acaban en el mar pueden ser diversas, pero José María Arrojo Fernández, secretario general del Colegio Oficial de la Marina Mercante, apunta a que los contenedores caen al mar “principalmente por razones climatológicas”. La mala mar, el oleaje, el viento y los temporales son los principales culpables, sin embargo, también pueden influir otros factores. “A veces, las piezas que soportan y aguantan los contenedores pueden haber sufrido daños y provocar las caídas”, nos cuenta.
Una vez caen al mar, prácticamente todos acaban hundiéndose, pero según el tipo de contenedor y su carga, pueden tardar meses en hundirse, creando un peligro para las embarcaciones cercanas. “El peligro que tienen los contenedores es que quedan flotando. No tienen señalización, no es fácil verlos y muchas veces quedan semihundidos… Además, en ocasiones, los contenedores pueden abrirse y perder la carga, que a su vez se convierte en otro foco de peligro para las embarcaciones cercanas”, apunta José María.
Además del peligro que suponen los contenedores que se caen al océano para otras embarcaciones, también existe, por supuesto, un gran impacto medioambiental que en ocasiones puede afectar al medio marino durante años. En febrero de 1994, el carguero Tokio Express, navegaba de Rotterdam a Estados Unidos. Debido a un temporal al sur de Inglaterra, perdió 62 contenedores de su carga. En uno de ellos había más de cuatro millones de piezas de Lego, que, a día de hoy, siguen apareciendo de vez en cuando en las playas de Cornualles al sur de Gran Bretaña.
Manoel Santos, portavoz de Greenpeace, cuenta que “la sola presencia de un contenedor en un ecosistema marino ya genera daños porque constituyen residuos contaminantes que alteran los hábitats y pueden modificar el equilibrio natural de la zona”. Y no solo es la carga que llevan los contenedores la que puede dañar el ecosistema “los materiales tóxicos utilizados para proteger de la corrosión al acero del contenedor o su capacidad de modificar corrientes, si la caída de contenedores es masiva, son otros factores peligrosos para el ecosistema” comenta Manoel.
La carga que transporta el contenedor que cae al agua también influye mucho en su capacidad para causar daños al ecosistema marino. Según explica Manoel, “el impacto medioambiental de la pérdida de una o varios contenedores depende, sobre todo, de la carga que lleven y de la cantidad de la misma que se libere. Por el mar se transporta todo tipo de materiales, se han registrado pérdidas de neumáticos, electrodomésticos, incluso restos biológicos”.
Según la normativa de la Organización Marítima Internacional, (IMO por sus siglas en inglés), las cargas consideradas como peligrosas tienen que viajar en espacios debajo de la cubierta, para evitar así el riesgo de que caigan al mar. Sin embargo, los pellets de plástico, como los llegados a las costas españolas, aún no están consideradas como sustancias peligrosas. Manoel Santos nos recuerda que “desde el incidente con el buque MV X-PRESS PEARL en Sri Lanka en mayo de 2021, que perdió más de 1.600 toneladas de pellets, la Organización Marítima Internacional trabaja, por petición de muchas oenegés, para que los pellets si que sean considerados como sustancia peligrosa”. De esta manera, los pellets “siempre deberán viajar en bodega, con envases más resistentes y con etiquetados más claros” comenta Manoel.
Desde la invención del contenedor marítimo y su popularización como forma de transporte de mercancías, han caído al fondo del mar miles de ellos. En el lecho marino descansan coches, motocicletas, muebles de Ikea, bidones de arsénico, pilas, zapatillas de deporte, patitos de goma o cartuchos de impresoras. Y cada día, de media, caen cuatro contenedores más.
[Este contenido procede de Cadena Ser. Lee el original aquí]