Pélets de plástico: qué son y qué riesgos tienen las bolitas que han inundado la costa gallega
La pérdida accidental de carga de un barco cerca de Portugal ha inundado numerosas playas de la costa norte de España de bolitas blancas en los primeros días de 2024. Los pélets, término coloquial que designa las "bolitas de plástico de preproducción", son el componente básico poco conocido de todos nuestros productos de plástico. Las bolitas pueden ser de polietileno, polipropileno, poliestireno, cloruro de polivinilo y otros plásticos. Liberadas al medio ambiente desde las fábricas de plástico o cuando se transportan por todo el mundo como materia prima a las fábricas, se hunden o flotan, dependiendo de la densidad de las bolitas y de si están en agua dulce o salada.
A menudo las aves marinas, los peces y otros animales salvajes los confunden con comida. En el medio ambiente, se fragmentan en nanopartículas cuyos peligros son más complejos. Son la segunda fuente más importante de microcontaminantes en el océano, en peso, después del polvo de neumáticos. La asombrosa cifra de 230.000 toneladas de pélets acaban en los océanos cada año.
Al igual que el petróleo crudo, los pequeños pélets son contaminantes muy persistentes que seguirán circulando por las corrientes oceánicas y llegando a la costa durante décadas. También son "esponjas tóxicas", que atraen a su superficie toxinas químicas y otros contaminantes.
"Los gránulos en sí son una mezcla de sustancias químicas: son combustibles fósiles", explica Tom Gammage, de la Agencia de Investigación Medioambiental (EIA), un grupo de campaña internacional. "Pero actúan como esponjas tóxicas. Muchas sustancias químicas tóxicas (que en el caso de Sri Lanka ya están en el agua) son hidrófobas [repelen el agua], por lo que se acumulan en la superficie de los microplásticos".
"Los contaminantes pueden estar un millón de veces más concentrados en la superficie de los gránulos que en el agua", afirma. "Y sabemos por estudios de laboratorio que cuando un pez se come un pélet algunos de esos contaminantes se desprenden". Según un estudio, estas bolitas también actúan como "balsas" para bacterias nocivas como la E. coli o incluso el cólera, transportándolas desde los vertidos de aguas residuales y las escorrentías agrícolas hasta las aguas de baño y los lechos de marisco. El fenómeno del "plástico en balsa" va en aumento.
Sin embargo, a diferencia de sustancias como el queroseno, el gasóleo y la gasolina, los pélets de plástico no se consideran peligrosos según el código de mercancías peligrosas de la Organización Marítima Internacional (OMI) para su manipulación y almacenamiento seguros. Y ello a pesar de que la amenaza que suponen para el medio ambiente los gránulos de plástico se conoce desde hace tres décadas, como se detalla en un informe de 1993 de la Agencia de Protección Medioambiental del gobierno estadounidense sobre cómo podría la industria del plástico reducir los vertidos.
Clasificar los pélets como peligrosos (como ocurre con los explosivos, los líquidos inflamables y otras sustancias nocivas para el medio ambiente) los sometería a estrictas condiciones de transporte. "Deben almacenarse bajo cubierta, en embalajes más resistentes y con un etiquetado claro", explica Tanya Cox, especialista en plásticos marinos de la organización benéfica Flora & Fauna International. "También estarían sujetos a protocolos de respuesta ante catástrofes que, si se aplican en caso de emergencia, pueden evitar los peores impactos ambientales", concluye.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de The Guardian. Lee el original aquí]