Basándose en la idea de que la curiosidad puede crear innovaciones y que estas deben tener un efecto en la vida del público en general, los premios Lexus de Diseño 2014, seleccionaron a principios de año 12 diseños, de los cuales 2 tienen en común su curiosa aproximación hacia el tratamiento de residuos.

Por un lado, un sistema para fijar ramas, troncos o maderas y construir con ellos cualquier tipo de cabañas o estructuras; y por otro, envases para el agua, comestibles.

El primer diseño es obra de un joven diseñador londinense, James Fox, de 24 años quien se inspiró en el juego y los scouts para dar con su invención. El proyecto tiene el nombre de Macian y es un conjunto de piezas de conectores que permite de forma simple y fácil a cualquier persona, incluso niños, crear espacios de juego, cabañas o cualquier tipo de estructura con materiales encontrados  y sin necesidad de utilizar destornilladores u otras herramientas. Fox, además del reconocimiento de Lexus, está contando con el apoyo del afamado arquitecto-ingeniero- empresario Arthur Huang, muy conocido por sus trabajos y diseños basados en el reciclaje, para poder poner el producto en el mercado con las características de seguridad necesarias.

En una entrevista que le realizaban recientemente, James Fox pone el foco precisamente en el valor que le da a su creación como objeto de conexión de materiales encontrados en la naturaleza o reciclados con los que crear algo nuevo y como objeto que permite volver a los juegos de antaño.

El caso de Ohoo es radicalmente diferente al de las piezas conectoras. Si bien, el de Fox juega con el concepto de la reutilización, Ohoo promulga la reducción de residuos.

Ohoo es un tipo de envase para líquidos, comestible. La idea nace de un trio de diseñadores, entre los que se encuentra el español, Rodrigo García González. No es la primera incursión de Rodrigo en la que intenta llamar la atención sobre los residuos que generan las botellas de plástico y la necesidad de encontrar una respuesta.

Ohoo es el objeto con el cual se encapsula agua dentro de una membrana gelatinosa doble mediante la técnica culinaria de la esferificación. Así se consigue crear un nuevo envase alternativo, que es simple, barato, resistente, higiénico, biodegradable e incluso comestible.

Teniendo en cuenta datos como que hemos utilizado tanto plástico en los últimos 10 años como lo hicimos en el último siglo y, en Europa, el consumo sigue aumentando en un 5% cada año, compartimos la idea del Comisario de Medio Ambiente, Janez Potôcnik quién expresaba la necesidad de considerar cuidadosamente cómo usamos el plástico, y sobre todo lo que hacemos con él cuando hemos terminado de usarlo. En este caso, los creadores nos proponen comérnoslo como una opción.

Este tipo de competiciones internacionales además de para comprobar el nivel del diseño de las nuevas generaciones, buscan innovaciones que impacten y cambien nuestras vidas.