¿Puede ser mejor el vertido que el reciclaje de botellas PET?
Esto es lo que afirma un estudio de Eric Johnson, director de Atlantic Consulting, una consultora independiente con sede en Zurich. El estudio aborda dos cuestiones fundamentales: (a) ¿debemos reciclar plásticos? y (b) ¿cuáles son las huellas de carbono del PET virgen y reciclado?
Lo hace mediante el cálculo de la huella de carbono de las botellas de PET utilizadas frecuentemente en la distribución de bebidas. La huella se mantiene "desde la cuna hasta la tumba", es decir, que se extiende desde la producción de materias primas (petróleo y gas principalmente) hasta su valorización o eliminación final. El estudio analiza distintas formas de tratamiento desde el envío a plantas de clasificación y reciclado, el depósito en vertedero, la valorización energética y la incineración.
Como conclusión, el autor revela que los sistemas de recuperación y reciclado no son mejores que los vertederos. Desde el punto de vista de las emisiones de carbono, enterrar botellas usadas sería tan óptimo ambientalmente como reciclarlas, y cualquiera de estas alternativas sería una opción mejor que la incineración.
El autor dibuja dos escenarios de actuación según : para las regiones que ya cuentan con una infraestructura de reciclaje, el objetivo debe ser maximizar el PET recuperable, incluso si esto implica el transporte de larga distancia a las plantas de reciclado. La clave aquí no está en el aumento de los índices de recogida, que ya rondan sus máximos, sino en la optimización de procesos, especialmente la clasificación y, en menor medida el reprocesamiento. Para los países sin una infraestructura de reciclado, la mejor opción podría consistir en vertederos de plásticos PET.