Suecia: ejemplo a seguir en reciclaje y gestión eficiente de residuos

Suecia tiene además la meta de convertirse en el primero en producir cero basura, para lo cual se ha puesto en marcha un programa llamado “De deshecho a energía”, que transforma la basura en energía para todo el país. El programa es tan efectivo que importa 700,000 toneladas de residuos de otros países como Italia y Reino Unido para poder abastecer sus 32 centros de energía.
La creciente amenaza del cambio climático también ha llevado a Suecia a alimentar todo, desde autobuses hasta sistemas de calefacción de apartamentos, quemando basura en incineradores de bajo contenido de carbono y utilizando residuos de alimentos para producir biogás respetuoso con el clima.
Uno de los problemas actuales es que muchos productos son difíciles de eliminar. Un nuevo movimiento está ganando terreno que busca garantizar que todo se pueda reutilizar de alguna manera: la economía circular, un enfoque que implica el uso de productos que se pueden reutilizar por completo. En 2018, el gobierno sueco incluso estableció un grupo asesor especial para ayudar a hacer de la economía circular una parte clave de la política gubernamental.
En 2017, el gobierno sueco reformó el sistema fiscal para que las personas pudieran obtener reparaciones más baratas de los artículos usados. Desde 2020, los clientes de H&M en Estocolmo pueden transformar sus piezas no deseadas en nuevas prendas a través de un sistema de reciclaje de prenda a prenda llamado ‘Looop’. Las prendas viejas se limpian, se trituran en fibras y se hilan en hilo nuevo, que luego se teje en los nuevos favoritos de la moda.
Otro pilar es la concienciación ciudadana. El reciclaje está muy interiorizado en el día a día de los suecos. «Lo que pasa con el reciclaje es que es bastante mecánico», relata un ciudadano que vive en un piso del centro de Estocolmo con su pareja y su hija. «Es básicamente esto que haces automáticamente donde clasificas tu basura, solo otra parte de todo el consumo que hacemos en nuestra vida diaria», reafirma.
«Una gran parte es pensar en qué tipo de entorno va a tener nuestra hija en el futuro. Soy un niño de la década de 1990 y no reciclar es algo anormal para nosotros, pero para la generación de Charlie es de esperar que llegue aún más lejos. Ella ya piensa que es divertido empujar las cajas a la estación de reciclaje cuando la llevo», finaliza este mismo ciudadano.
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