Suecia: El país que valoriza casi el 100 % de su basura y genera energía con ella

La gestión de residuos es uno de los retos a los que se enfrentan muchas ciudades cuyos vertederos ya no dan abasto. En España, más de 46 % de los residuos que generamos acaban en el vertedero, por lo cual la Unión Europea ya nos ha llamado al orden en varias ocasiones. Según datos recientes, nuestro país recicla aproximadamente el 35 % de sus residuos totales, cuando el objetivo que implanto la unión europea el del 50 % antes del 2025.
Si nos fijamos solo en los envases de plástico, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) publicó en diciembre un informe en el que se constataba que apenas el 41,3 % de estos residuos se separa correctamente, una cifra muy por debajo del 70 % establecido por la Ley de Residuos para 2023. Por ello, el ministerio implementará un sistema en el que los ciudadanos recuperarán unos céntimos –previamente incluidos en el precio del producto– al depositar el envase en máquinas diseñadas específicamente para este propósito.
Estos datos que contrastan con el de otros territorios de nuestro entorno comunitario. Un ejemplo es Suecia, donde su tasa de reciclaje se sitúa cercana al 100 %, según registros. Aunque estos buenos números se deben a varios factores, el secreto del éxito se encuentra en la incineración de residuos. Aunque a priori pueda parecer una práctica un poco contradictoria por la emisión de gases, algunos creen que compensa y apuestan por esta fórmula.
En el país escandinavo, primero separan los residuos en sus casas y los depositan en contenedores diferenciados. Reutilizan aquellos a los que se les puede dar otra vida y, el resto, los incineran para generar energía y evitar los gases resultantes de la exposición de los residuos al aire libre en los vertederos.
Funcionamiento de la incineración
Primero, un lector óptico clasifica las bolsas según su color. Las azules, que contienen plásticos, se envían a plantas de reciclaje, mientras que las verdes, con restos orgánicos, se utilizan para producir fertilizantes, compost y biogás, que sirve como combustible para los autobuses. Por otro lado, las bolsas blancas se destinan a incineración en un horno a 850 °C.
El calor generado en este proceso se emplea para hervir agua, lo que impulsa una turbina que produce electricidad. Esta energía se utiliza en los colegios y contribuye a la red de calefacción municipal. En concreto, 250.000 hogares se abastecen de electricidad generada por la basura. Tras la incineración, aproximadamente el 20 % de los residuos se transforma en cenizas, las cuales son finalmente enterradas.
Los cálculos de una de las plantas suecas que se encargan de incinerar los restos aportan que, con esta práctica, se produce un ahorro en emisiones de dióxido de carbono de casi 500.000 toneladas. Esto se debe a que la energía que aportan cuatro toneladas de basura equivaldría a la de una tonelada de petróleo, cinco de madera y una 1,6 de carbón. Por ello, sus defensores alegan que se promueve la desaparición de residuos a la vez que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la quema de combustibles fósiles produce una cantidad mayor
[Este contenido procede de La Vanguardia Lee el original aquí]