Vivir generando solamente 29 kg/año de basura en casa
Santiago Campos, un educador ambiental de 47 años, ha pesado a diario durante año y medio la basura de su hogar que no podía compostar, transformar en otros productos o reciclar por canales fiables, y el resultado ha sido sorprendente.
Frente al kilo y medio de desechos que produce un español medio al día, es decir, más de 500 kilogramos anuales, la contabilidad de Santiago y su mujer Marieta ha arrojado 29 kilos/año por persona.
Santiago resta importancia al experimento con su “cubo de restos”, que nació un buen día desde la curiosidad y que enlaza con la sensibilidad de la pareja por las cuestiones ambientales y el consumo responsable.
La experiencia no les ha supuesto ningún sobreesfuerzo ni cambios en sus hábitos diarios. “Reciclamos como todo el mundo el papel y el vidrio, con el aceite fabricamos jabón y lo orgánico se composta”.
Así pues, en los 29 kilos/año no se contabilizó ni la fracción orgánica (porque se composta en el huerto), ni el papel ni el vidrio, que fueron a parar a los habituales contenedores de reciclaje.
El resto, incluyendo parte de la ceniza de la chimenea y que no se composta para no aumentar el pH del huerto, se pesó a diario en la balanza de la cocina de Marieta y Santiago, y se apuntó el dato diario en un estadillo en la puerta del frigorífico.
También es cierto, reconoce el educador ambiental, que gasta poca ropa, que casi no pisa el supermercado, opta por los productos a granel y compra en grupos de consumo (La Patata Solidaria, donde se abastece de los alimentos), y además de tener huerta propia, participa en una huerta urbana.
Estos Reyes Magos solo pidió unos pantalones, no necesita más, afirma. “Si haces un uso normal, un lavado cuidadoso, los arreglos que nos han enseñado nuestras madres, los típicos intercambios entre la familia… y tiro poca cosa”.
Según este zaragozano de nacimiento, biólogo de formación, ni el experimento llevado a cabo en casa ni su forma de vida conlleva sobrecoste o sobreesfuerzo: “en mi opinión ninguno, aunque la referencia que tengo es mi vida y mi hogar”.
Quizá resulte más fácil porque la pareja trabaja en una cooperativa de educación ambiental (geaweb.com), con sede en Valladolid, y está interesada tanto en temas de consumo responsable como en los valores medioambientales.
A juicio de Santiago, el actual modelo de sociedad “es muy dependiente del consumo. Estamos metidos en esa dinámica, porque es lo que está establecido y con lo que estamos más o menos cómodos; más cómodos en el desconocimiento de lo que está detrás de las cosas”.
En general, “ni conocemos ni nos inquieta lo que hay detrás de cada artículo que está en el linier del supermercado. Por hábito, no por falta de información, y por falta de estímulo a la acción, para transformar la sensibilidad en acción”.
Además de participar en la cooperativa de consumo y en el huerto vecinal, Santiago y Marieta son miembros de una cooperativa eléctrica, porque “son las cosas en la que creemos y porque tienen un doble efecto: primero que tengamos un espacio donde estar a gusto con nuestro comportamiento y, segundo, visibilizar que esto es posible”.