¿Y qué pasa con los carretes y negativos tradicionales? La mayoría terminan en la basura
La textura o la forma en la que se trabaja suelen ser argumentos recurrentes cuando se pregunta por los motivos para trabajar en película. Pero más allá de estos intangibles, la conservación de la imagen en un soporte que ha demostrado durar décadas frente a las dudas que pueden generar los formatos digitales podría ser un motivo de peso.
No parece ser el caso para buena parte de los usuarios de carretes. Y es que, por sorprendente que pueda parecer, en esta segunda juventud del carrete, buena parte de los negativos acaban en la basura. La cifra varía según el tipo de laboratorio y cliente. Carmencita Lab, uno de los más conocidos del país, nos habla de un 30% de usuarios que no pasan a recoger el negativo o que directamente piden que se tire a la basura. La cifra sube a más de la mitad en el caso de la Fujifilm Wonder Photo Shop en Barcelona.
Tras la sorpresa inicial, una cubeta repleta de sobres con negativos a la espera de que sus dueños los reclamen confirman que no es una leyenda urbana. Es verdad que siempre ha habido revelados abandonados que nunca se recogían, pero no en esta proporción y mucho menos como parte ya de una nueva rutina. Aunque por ley hay que guardarlos un mes, nos cuentan desde este laboratorio de Fujifilm, los guardan tres meses. Después una empresa de destrucción de documentos se ocupa de su gestión.
No es olvido, es que no quieren los negativos. En algunos casos una nota en el sobre deja claro que el cliente no pasará a recogerlos y que se pueden tirar. Otros más despistados directamente preguntan qué es el negativo y que para que lo van a querer, cuentan desde las tiendas de fotografía. No es un chiste de vieja escuela para reírse de la moda de la película y de quienes se han sumado a ella más por inercia que por cultura fotográfica, es que hay un nuevo perfil de fotógrafo con película que ni quiere ni sabría que hacer con esas tiras de negativos. Un Wetransfer con los archivos escaneados es todo lo que le piden al carrete.
¿Y qué pasa entre los profesionales? También ocurre, apuntan desde Carmencita Lab. “Al cliente profesional le importan sobre todo sus carretes personales pero a menudo trabajos grandes de marcas que no van a usar para su portfolio, una vez entregados los escans en alta resolución no quieren los negativos”, explica Albert Roig Collell, cofundador del laboratorio. Con las ventas de carretes (y los precios) disparados y el mercado de cámaras de película de segunda mano al alza, pocas dudas quedan de que la película ha vuelto. Pero parece que no como la mayoría la recordábamos.
[Esta noticia fue publicada originalmente en Photolari. Lee el original aquí]