La central, situada en la Zona Franca, generará energía a través de la valoración de la biomasa, que permite controlar más detalladamente los costes energéticos, al evitar la dependencia del carburante, y la contaminación ambiental.

Por su parte, Imma Mayol, responsable de Medio Ambiente del Ayuntamiento, ha comentado que, en el momento de pleno rendimiento, la central supondrá un ahorro del 1% del consumo de energía de todo el municipio, además de optimizar la gestión de restos vegetales. En concreto, la infraestructura calcula aprovechar entre 10.000 y 14.000 toneladas anuales de estas materias.

Posteriormente, una vez que se haya puesto en marcha la conexión de la central en la red de frío y calor, la instalación también producirá agua caliente.

Tal y como ha expuesto el alcalde de la ciudad condal, Jordi Hereu, la planta supone una oportunidad de futuro ante la actual crisis energética, que “no nace de la improvisación sino de años de trabajo en los que los criterios de sostenibilidad se han situado en el epicentro de las estrategias de la ciudad”.

Se calcula que la central de biomasa completará su rendimiento total en el año 2019, cuando estén en marcha también la planta de reaprovechamiento del frío residual del agua del puerto y una central de energía solar fotovoltaica.