El año pasado la Organización para la Alimentación y Agricultura de ONU (FAO) informó en un reporte que más de 1.300 millones de toneladas de comida son desechadas cada año. Según el profesor de Alimentos y Políticas de Salud la Universidad de Londres, Martin Caraher “se necesita mucho combustible para hacer fertilizante, para las granjas y tractores y para el procesamiento de alimentos, para envasarlo y transportarlo a las tiendas”.

El notable gasto de combustible no es lo que más contamina, ya que la mayoría de las emisiones se deben al desperdicio de la comida. “Un porcentaje significativo de la comida del hogar que se desecha termina en los rellenos sanitarios, en donde se produce CO2 y gas metano, que es 23 veces más potente que el CO2”, apuntó Richard Swannell, director de la prevención de desechos en el Programa de Acción de Desechos y Recursos del Reino Unido.

Hace poco tiempo, un estudió reveló que en Europa un 40% de la comida que desechan los consumidores está incluso en su envase original. Además, los supermercados en su afán de entregar los mejores productos, tiran miles de toneladas de comida en buen estado, solo por fallas menores o por razones de estética.