Sin embargo, Climate Action 100+ reconoce que la crisis climática sigue planteando un riesgo financiero cada vez mayor para el valor a largo plazo para los accionistas y la economía en general, y no podemos permitirnos dar un paso atrás ahora. Con temperaturas récord y fenómenos meteorológicos catastróficos cada vez más frecuentes y de mayor intensidad, es más crucial que nunca actuar con ambición para reducir las emisiones a la mitad en esta década y crear valor para los accionistas a largo plazo. 

El principio fundamental en el que se basa Climate Action 100+ es que el riesgo climático es un riesgo financiero. La gestión activa del riesgo climático es coherente con la gestión de cualquier otro riesgo financiero. Los inversores que participan en la iniciativa y se comprometen con las empresas lo hacen para gestionar el riesgo y la oportunidad de preservar el valor accionarial a largo plazo para sus clientes y beneficiarios, en consonancia con sus obligaciones fiduciarias.   

En junio de 2023, Climate Action 100+ lanzó su estrategia de segunda fase tras una amplia y exhaustiva consulta con los inversores firmantes. La plataforma afirma haber sido coherente en su propósito fundamental de garantizar que las mayores empresas emisoras de gases de efecto invernadero del mundo tomen las medidas necesarias contra el cambio climático. La iniciativa siempre ha estado orientada a la acción y ha ido más allá de la divulgación de información. Por ejemplo, la segunda de las tres peticiones principales a las empresas se centra en pedirles que "tomen medidas para reducir las emisiones de GEI en toda la cadena de valor".  

Además, la petición actualizada a las empresas para que apliquen planes de transición en la segunda fase es lógica y se basa naturalmente en lo que había antes; de hecho, muchos inversores ya llevan tiempo demandando este tipo de compromisos. 

En concreto, en la primera fase, los inversores pidieron a las empresas una mayor información que les permitiera evaluar la solidez de los planes de negocio de las empresas frente a una serie de escenarios climáticos. Con ello se pretendía mejorar la toma de decisiones de inversión. Una vez revelados los riesgos, es natural que en la segunda fase los inversores pidan a las empresas que los aborden, es decir, que apliquen planes de transición. 

La iniciativa sigue contando con el respaldo y el apoyo de cientos de inversores de todo el mundo, incluidos propietarios de activos, como demuestran los 60 nuevos signatarios que se han sumado sólo desde el lanzamiento de la segunda fase.