El derecho a un medio ambiente sano como nuevo derecho humano universal

La Declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas firmada en 1948 surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, sus autores no podían prever los efectos que el progreso iba a tener sobre el planeta ni la crisis ambiental global que acuciaría a la humanidad en los albores del nuevo milenio. Tampoco que la ciencia demostraría la importancia de la naturaleza para el bienestar de la población, que las muertes anuales en el mundo por la contaminación del aire ascenderían a 8,7 millones de personas o que, después de 73 años, los derechos que promulgaron todavía no son efectivos en buena parte del mundo.
Se ha cumplido un año desde que, con motivo de la celebración del Día de la Tierra, más de un centenar de organizaciones internacionales pidieran oficialmente a la ONU la inclusión en la Declaración de un nuevo derecho para toda la humanidad: el derecho a un planeta sano. La iniciativa continuó recabando apoyos y en septiembre se volvió a enviar una misiva con el respaldo de más de 1.100 entidades de todo el mundo y se creó una plataforma para seguir trabajando en este sentido hasta conseguirlo.
El relator especial de Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, David R. Boy afirma que reconocer este derecho de manera universal “sería un poderoso complemento del conjunto de instrumentos para salvar el planeta. Debemos aprovechar este momento de crisis ecológica mundial para asegurar este reconocimiento por parte de las Naciones Unidas, de modo que todos, en todas partes, se beneficien. El derecho humano a un planeta sano, si es reconocido por todos los países, podría ser el derecho humano más importante del siglo XXI“.
Y es que, aunque la primera mención del derecho a un medio ambiente saludable se produjo ya en la la Declaración de Estocolmo en 1972, las legislaciones nacionales e internacionales sobre esta materia se hayan multiplicado exponencialmente (más que ningún otro ámbito) y unos 110 países lo hayan reconocido constitucionalmente, lo cierto es que como derecho universal aún no es una realidad. Muchos se harán la pregunta de si realmente cambiará algo el reconocimiento del derecho universal a un medio ambiente sano. Y es que, como decíamos al principio, siete décadas después de la Declaración de Derechos Humanos gran parte de ellos no se cumplen en gran parte del mundo.
El director interino de la División de Derecho del PNUMA, Arnold Kreilhuber, no duda de que las resoluciones de la ONU pueden marcar la diferencia y pone como ejemplo el reconocimiento formal del derecho al agua y al saneamiento como un derecho humano independiente por una resolución de la Asamblea General de la ONU (64/292) en julio de 2010.
“Este reconocimiento estimuló la inclusión del derecho al agua y el saneamiento en las Constituciones, leyes y políticas nacionales y tuvo efectos positivos en la gobernanza y los resultados mundiales del agua. Desde la adopción de la resolución, innumerables personas han obtenido acceso a agua potable y saneamiento, lo que ha generado un cambio transformador en sus vidas. De la misma manera, esperamos que la resolución de la ONU sobre el derecho a un medio ambiente saludable tenga un impacto importante y positivo en la vida de las personas sobre el terreno”, señala Arnold Kreilhuber.
Este año se han dado pasos importantes que hacen pensar que este logro pueda estar más cerca que nunca. El pasado mes de marzo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó ante el Consejo de Derechos Humanos una declaración conjunta en nombre de 15 entidades de la ONU para pedir con urgencia el reconocimiento del derecho universal a un planeta sano.
“Nos enfrentamos a la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Los derechos de las generaciones presentes y futuras dependen de un medio ambiente saludable. El reconocimiento mundial del derecho a un medio ambiente saludable apoyará los esfuerzos para no dejar a nadie atrás, garantizar una transición justa a un mundo ambientalmente saludable y socialmente equitativo y hacer realidad los derechos humanos para todos”, señaló la declaración.
A raíz de este petición, el Consejo publicó a mediados de marzo una resolución que promueve un enfoque basado en los derechos humanos en el contexto de la conservación, restauración y uso sostenible de la diversidad biológica, particularmente en el contexto de las negociaciones en curso sobre el marco de diversidad biológica posteriores a 2020 y la iniciativa One Health.
También en el período de sesiones de marzo, 69 países remitieron una declaración conjunta al Consejo de Derechos Humanos en la que se comprometen a continuar con las negociaciones para la adopción de una resolución que proclame el derecho por parte de la ONU.
El director interino de la División de Derecho del PNUMA considera estos pasos como decisivos para conseguir este hito. “Tanto las resoluciones aprobadas por el Consejo sobre los derechos humanos y el medio ambiente durante la última década, como los pasos dados por las organizaciones y países empujando en este sentido, han allanado el camino para el posible reconocimiento mundial del derecho a un medio ambiente sano”, señala Kreilhuber.
El representante considera que se trata de “un llamamiento muy importante y oportuno, ya que el mundo se está preparando para adoptar un nuevo Marco Mundial para la Diversidad Biológica en 2021. La integración de los derechos humanos y ambientales sería clave para garantizar un planeta saludable, biológicamente diverso y sostenible para las generaciones presentes y futuras. y en el apoyo al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.
[Esta noticia fue publicada originalmente en El Ágora. Lee el original aquí]